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Celebramos hoy la gran solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.
Jesús dijo a Santa Margarita María de Alacoque:
“Mira este corazón que tanto ha amado a los hombres
y a cambio no recibe de ellos más que ultrajes y desprecio. Tú, al menos ámame”
Del Catecismo de la Iglesia Católica
Nº 478
Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, el sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación (cf. Jn 19, 34), "es considerado como el principal indicador y símbolo...del amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres (Pío XII, Enc."Haurietis aquas": DS 3924; cf. DS 3812).
Nº 2669
La oración de la Iglesia venera y honra al Corazón de Jesús, como invoca su Santísimo Nombre. Adora al Verbo encarnado y a su Corazón que, por amor a los hombres, se dejó traspasar por nuestros pecados.
Volumen 3 18 de junio de 1900
El Corazón de Jesús no encuentra reposo si no encuentra al hombre.
"¡Qué despiadado tirano es para mí el amor! Ya que no sólo dediqué todo el curso de mi vida mortal a continuos sacrificios hasta morir desangrado en una cruz, sino que me quedé víctima perenne en el sacramento de la eucaristía. Y no sólo esto sino que todos mis miembros predilectos los tengo víctimas vivientes en continuos sufrimientos, empeñados en la salvación de los hombres, como entre tantos te elegí a ti para tenerte sacrificada por amor mío y por ellos.
¡Ah sí! Mi corazón no encuentra paz ni reposo si no encuentra al hombre, y el hombre..., el hombre, ¿cómo me corresponde? ¡Con ingratitudes enormes!"
¿Quién puede comprender el Amor de Dios? ¿Quién puede medir su anchura, largueza, altura y profundidad? Es un océano sin confines. Su Amor lo movió a crearnos, a cada uno, a identificarse con nosotros haciéndose uno de nosotros, tomando sobre Sí mismo todo el peso de nuestras vidas, pecados y sufrimientos, para liberarnos de nuestros pecados y de la muerte eterna, para aliviar nuestras penas y cansancios en esta vida, haciéndonos partícipes de su Luz, de su Amor, de su Gracia, de su Reino, de su Voluntad, de su semejanza y de su misma Vida, y para conseguirlo, quedarse en medio de nosotros hasta el fin del mundo, en el Sacramento del Altar, haciéndose nuestro alimento y nuestro todo, dándonos su Espíritu Santo, a su Madre, a la Iglesia y a su Padre, como Padre nuestro y a los seres humanos como nuestros hermanos.
¿Qué más podía hacer? Lo difícil para El es que mientras no consigue hacernos el don de Sí mismo y de todo lo que le pertenece, no puede descansar. ¿Puedes imaginar cuan grande es su falta de reposo, cuan grande será en este momento de la historia? Y esto desde la creación del mundo. El no se da por vencido en el proyecto que quiere realizar en cada uno de nosotros. ¿Y nosotros?, ocupados en tantas cosas, en nosotros mismos y muy poco o casi nada ocupados del Amor de su Corazón que arde y gime con dolores de parto hasta no obtener lo que persigue. Que su Espíritu Santo nos de el don de la gratitud y de la compasión por este Corazón infinitamente amable y amoroso que está a la puerta de tu corazón como un mendigo pidiendo que le abras, que le dejes amarte, embellecerte y transformarte en su mismo Amor que es la Esencia de Dios mismo y el motor y la vida de todo cuanto existe.
*Volumen 4 4 de septiembre de 1901
✨ORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
PARA LA GLORIFICACIÓN DE LA SIERVA DE DIOS
LUISA PICCARRETA.✨
Oh augusta y santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te alabamos y te damos gracias
por el don de la santidad de tu sierva fiel Luisa Piccarreta. Ella ha vivido, oh Padre, en tu Divina Voluntad,haciéndose, bajo la acción del Espíritu Santo, conforme a tu Hijo, obediente hasta la muerte de cruz, victima y hostia agradable a ti, cooperando a la obra de la Redención del género humano.
Sus virtudes de obediencia, de humildad,
de sumo amor a Cristo y a la Iglesia nos mueven a pedirte el don de su glorificación en la tierra, para que resplandezca ante todos Tu gloria, y Tu Reino de verdad, de justicia, de amor se extienda hasta los confines de la tierra, en el particular carisma del Fiat Voluntas tua sicut in Cœlo et in terra.
Apelamos a sus méritos para obtener de Ti,
Santísima Trinidad, la gracia particular que Te pedimos con la intención de cumplir Tu Divina Voluntad.
Amén.