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Un alma en Cristo
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🎧 Audio 42
📕 Libro II Un alma en Cristo
28 de octubre de 1989
ℂ𝕦𝕒𝕟𝕕𝕠 𝕦𝕟𝕒 𝕠𝕓𝕣𝕒 𝕖𝕤 𝕕𝕖 𝔻𝕚𝕠𝕤
En oración en mi habitación. No entendía muchas cosas. Por un lado, todo venía a mis manos para hacer los Estatutos del Grupo de María Auxiliadora; pero, por otro lado, veía a los componentes del Grupo como si no acabaran de aceptar la realidad: como si el Grupo hubiera sido hasta ahora un juego de niños. Me siento triste, me faltan obreros para trabajar. Me siento agotada; pero lo que sí tengo claro es que estoy dispuesta a seguir adelante. Si para ello he de renunciar a mi familia, o a amigos, o bienes, estoy totalmente dispuesta a hacerlo. Siento que el Grupo de María Auxiliadora soy yo, de momento. Suena muy gordo y como pedante, pero es así. De momento, y mientras los que están no adopten una actitud más comprometida, esa es la realidad. Como siempre digo: Estoy dispuesta, mi Señor. Siempre a tu lado, amor mío.
Tú, hija mía, eres efectivamente el Grupo de María Auxiliadora. En ti se concentra la energía que te envía el Padre celestial. Tú eres el eje y la razón; tú la que debes decir: «Sí, Padre, estoy contigo y hago tu Divina Voluntad».
Hija mía, cuando una obra es de Dios, lleva el sello de la oposición. Todo sale mal. El alma pasa verdaderos apuros. «¿Qué debo hacer?», se pregunta. «¿Qué no debo hacer?» Ese dilema se ha ido sucediendo a lo largo de todos los siglos. Cuanto más una obra es de Dios, tantas más trabas encuentra.
Has dicho bien: tú eres el Grupo, porque a ti se te ha dado la potestad de dirigirlo, la fuerza para llevarlo, la sabiduría para corregirlo y el afán de seguir. Tú, hija mía, te preocupas pues no entiendes cómo, si debes caminar, encuentras tantos obstáculos en tu camino. Pero esos, lejos de desanimarte, deben darte fuerzas y hacerte decir: «A mayores obstáculos, mayor fuerza; a mayores impedimentos, mayor energía». El Grupo eres tú, pues tú tienes la facultad de hacer y deshacer; la de buscar obreros y despedirlos; la de tirar de él. Tú lo llevarás a mi presencia y dirás: «Padre, aquí está. Ya está todo hecho según tu Divina Voluntad, y ahora descansaré en tu Divina Presencia».
Hija mía, Yo te bendigo. Sé lo que haces y, viéndote luchar, me digo: He aquí cómo lucha mi amada. ¡Cuánta energía pone! ¡cuánto amor! Tu corazón, fijo en el mío, late al unísono con la misma armonía en su compás.
Yo lo acaricio y te digo al oído: No temas; sigue. Aunque algunos se marchen, otros vendrán. No olvides que a mí me siguieron muy pocos. Había muchos curiosos pero ¿quién me siguió de verdad? ¿cuántos me amaron realmente? No temas, mis cosas son así.
Grupo María Auxiliadora (1989). Un alma en Cristo Libro II