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Por lo general las tres tareas fundamentales: apoyar a los hijos mayores, cuidar a los nietos y colaborar en la crianza.
En algunos casos el papel en la educación de los nietos es fundamental. Claro que también sobrevienen los choques generacionales, en especial cuando los padres, debido a su situación económica no dependen tanto de la ayuda de la abuela/o, entonces aparecen roces respecto al patrón de crianza, y límites de participación:
Así como algunos dirán “A las abuelas hay que tenerlas cortitas porque si se les da mucha confianza, piensan que pueden mandar en la casa” o “No me quedaba más remedio que dejarle los chiquitos a mi suegra, ella creía que es una excelente abuela, pero yo pienso que lo malcriaba y los problemas que hoy tengo con el niño es por eso”, para otros en cambio : “Ocupa un papel muy importante en la casa, si no contara con ella yo no podría trabajar ni hacer las cosas que hago””; “ Siempre está ahí cuando uno la necesita”;
Otra función no menos importante, es la de ente de apoyo económico o de trabajo hogareño, de gran valor para la familia. Es así como se presentan alianzas o coaliciones entre abuelas de nietos descendientes de sus hijas, principalmente.
Por otro lado, las mujeres que asumieron su papel como abuelas y disfrutan de serlo, experimentan sensaciones interesantes de analizar, tales como ternura, amor, confianza, seguridad, cuidado, y juego. Entre las cosas que destacan estas abuelas es la posibilidad de revivir la experiencia de crianza, pero sin la responsabilidad directa de ejercer el rol de padres.
La abuela como responsable en la formación de hábitos:
En el caso específico de la alimentación es a veces la consejera de la familia, aunque las costumbres han cambiado también son consultadas cuando es necesario algún remedio casero.
La tarea de asesoramiento es más intensa cuando sus hijos mayores tienen niños menores de un año de edad o están en etapa preescolar, así como también cuando se presenta la necesidad de brindar mayores cuidados al familiar por motivo de una enfermedad.
En este sentido, se identificaron dos situaciones, una donde la abuela se convierte en un modelo a imitar debido a que se asume que las experiencias fueron exitosas y se traducirán en beneficio para los nietos, y otra especialmente en aquellas hijas o nueras con cierto grado de escolaridad, donde la abuela es más bien una persona con ideas extrañas, que encarna mitos que no se desean repetir.
En la primera de las situaciones, el rol de las abuelas es bien aceptado y se crea una red de apoyo con elementos afectivos muy importantes.
También puede ocurrir que los consejos de la abuela son relegados o ignorados por considerarse incluso contraproducentes para el bienestar del nieto, o porque consideran que sus conceptos sobre la comida, o la salud pertenecen a otra época
Muchos de los adultos de mediana edad, el llegar a ser abuelos es un signo de alarma de que están envejeciendo; mientras que para otros es una oportunidad de revivir viejos papeles sociales y disfrutar de la crianza de un ser muy querido, pero sin la obligación de ser sus padres.
Desde el plano de la autoestima, la demanda de dar sin compensarse con la de recibir, puede llevar a la persona mayor a sentirse útil pero a la vez explotada. De la misma forma, las relaciones afectivas deben desarrollarse en un ambiente de reciprocidad, respeto, tolerancia y disfrute del intercambio de afecto y amor.
Es importante reconocer el tipo de familia a la cual pertenece la abuela, y cuáles son las expectativas que ella misma y los demás miembros de la familia tienen respecto a su papel.
DESDE LOS NIETOS:
Por otro lado está comprobado que los niños que tienen cerca a sus abuelos, como abuelos, no cumpliendo el rol de padres, crecen con mayor seguridad interna. No por nada está el dicho “parece que no tiene abuela” refiriéndose a alguien que tiene necesidad de alardear sobre sí mismo. También se ha visto que estos niños tienen mejor desarrolladas las funciones lúdicas, y las interpersonales. Los abuelos suelen cumplir la función de aliado que el niño necesita en momentos de crisis, o para paliar sus temores e incertidumbres.
Cuando el padre o la madre no son efectivos -ni eficaces, ni eficientes-, agregado del autor de este espacio-, los abuelos entran en acción. Llenan vacíos importantes que el niño no tendrá que cubrir con síntomas o enfermedades. La presencia de los abuelos, refuerza el modelaje masculino o femenino que el niño necesita en su proceso de arraigo e identificación. Aunque pudieran, en determinados momentos, no estar de acuerdo con la manera cómo su hija o hija están educando a sus propios hijos.
Podemos concluir que el vínculo es beneficioso ambos componentes de la relación, ya que la corriente positiva de afecto y compañía que se da entre ellos mejora la calidad de vida de abuelos y nietos.
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