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En 1494, Carlos VIII decidió invadir Italia. De partida, reclamaba sus derechos al trono de Nápoles, pero también acudía convencido de que estaba llamado a ser el rey cristianísimo, casi una reencarnación del emperador Carlomagno, que había de poner orden en la convulsa Roma de los Papas.
Aquel viaje podría haber supuesto el inicio, a lo grande, del arte del Renacimiento en Francia, pues cuando Carlos VIII regresó a su reino se trajó con él numerosos libros, obras de arte y artistas. Pero el botín de guerra fue, sobre todo, un botín más que un revulsivo en el arte francés, que aún tardaría en llegar.
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/ @albertogarin
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