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CAPÍTULO IX
Un laberinto. Me había adentrado en un laberinto. Era oscuro, frío y confuso. Y pensar que, a lo largo de todas estas ordalías, realmente tuve el poder de controlarlo todo el tiempo. Con vigor renovado, seguí adelante con mi búsqueda de la fugaz mujer, adentrándome en la boca de la gran cueva que había ideado, una realidad creada con los poderes que ahora poseía. Pero, ya no viniendo como ninguna sorpresa, La Tentadora había vuelto a desaparecer.
Mi mente regresó a la isla, a su brisa fresca y amable, su suave arena y su cielo azul. Oh, lo que daría por estar recostado allí con ella a mi lado, sin una sola preocupación en el mundo. Sin criaturas perversas engullendo inmundicia, sin ríos de sangre, sin bosques deprimentes. Solo ella, yo, y paz eterna.
Mis pensamientos fueron interrumpidos repentinamente por un destello de luz a mi izquierda. Podría haber sido La Tentadora, pero era difícil de decir. Sea como fuere, había suficiente luz para lograr guiarme a través de la oscuridad. Comencé a correr. Justo cuando daba vuelta en alguna esquina, lograba vislumbrar su vestido doblando hacia otra. Su brillo puro en realidad emitía una suave aura luminosa a su alrededor, una maravillosa belleza de tal divinidad.
"Ensimismado, sonrío, imaginándome cuando esté recostado contigo. No tendremos que preocuparnos, solo mirar al cielo danzar para nosotros en su lugar. Creo que quiero cantarte para dormir, contigo quiero soñar."
Corrí con tanta fuerza, que mis pies enviaban oleadas de dolor extendiéndose hasta mi cabeza. El sudor caía por mi cara, mi respiración era trabajosa. En un destello, la luz se había ido y choqué contra una pared a toda velocidad, mi cuerpo desplomándose en el suelo como un bulto inútil. Por alguna especie de milagro conseguí mantenerme consciente de mí mismo y de mi alrededor. Me esforcé para crear nuevamente un escape con mis pensamientos, pero en vano. Una derrota más a manos de esta prisión. Comencé a darme cuenta de que yo no había inducido a la cueva a existir en lo absoluto. Alguien, algo, me quería aquí. En mi corazón esperaba que se tratara de La Tentadora, pero mi mente sabía la verdad. Sentía que El Demonio estaba esperando en algún rincón de esta enredada maraña.
"¡Querida, grita para mí! ¡Llámame! ¡No hay hacia dónde correr! ¡Canta para mí! ¡No hay camino que escalar! ¡No hay dónde esconderse! ¡Es aquí donde moriré! ¡Dios mío, ¿por qué?!"
Me sacudí las telarañas remanentes de mi colisión, di vuelta en la esquina, y advertí una luz brillante iluminando una salida al final del túnel. A su sombra, La Tentadora se encontraba revelando la silueta más impresionante. Emprendí la carrera, rogando que la luz permaneciera ahí el tiempo suficiente para llegar hasta ella.
"¡Corre, corre, corre! ¡Ve! ¡Ve ahora! ¡Deja de pensar, deja de soñar! ¡Corre, cobarde!"
Uno a uno mis pasos comenzaron a ralentizarse al darme cuenta de que no importaba cuán rápido corriera, la brillante luz aún era un sueño distante. La Tentadora por primera vez emitió un sonido: una risa aguda, que taladraba los oídos, y que se mofaba de mi mera existencia. Me sentí abatido, deshecho y avergonzado. También sentí un vuelco al estómago cuando el suelo debajo de mí desaparecía y me encontraba descendiendo hacia el apremiante abismo.
[Si te gusta mi traducción y la quieres postear en algún sitio o algo así, no dudes en hacerlo, pero sería cool que me lo hicieras saber o que menciones de donde la sacaste, así ganamos todos :)]
[Todo esto es propiedad de Alesana]
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