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Cuando digo que la música puede llevarte a lugares inesperados
no me refiero a que: Un concierto a beneficio termine en una cueva.
Pero por suerte, pasó.
Y fue en Atepolihui, en náhuatl “Lugar donde se pierde el agua”, ubicada en Cuetzalan “junto a las aves preciosas llamadas quetzales” en la sierra madre oriental, a 4 hs. de Puebla.
La intriga que siempre me generaron, más las justas notas que tocaron Carmen Sanchez y su hermano, dieron en el centro y allí fui.
Esta entrada al inframundo aparece después de 3 horas de caminata por el bosque mesófilo de montaña y fué formada por las horadaciones que hace aprox.113 millones de años el extinto mar Thetys hizo con sus corrientes en este hoy, bosque de niebla.
Pasar la noche en sus entrañas, pedir permiso, recorrerla, pedir perdón, fascinarse, comprometerse, conmoverse.
Rodearse de arquitecturas naturales hechas por la permanente filtración de agua que al pasar deja sus sedimentos cristalizados.
Estalactitas, estalagmitas, estalagnatos, caminos inexplorados, el silencio que permite escuchar el flujo sanguíneo…
Todo eso con “Un sauce de cristal, un chopo de agua” (frag.) de Octavio Paz.