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Fernanda y Mario tienen dos hijas Amalia y Tania. Desde hace tiempo su matrimonio no va bien. Cada vez sus peleas son más frecuentes y violentas y sus hijas viven con tensión su mala relación. Amalia se la pasa fuera de la casa, ya está en la universidad y eso le permite moverse de manera más independiente. Sin embargo Tania no tiene manera de evadirse y, tanto Fernanda como Mario, la utilizan como árbitro dejándola llena de sentimientos encontrados. Poco a poco comienza a aislarse y a mostrar un desinterés generalizado en todo, deja de comer, se vuelve agresiva y descuida completamente su aspecto personal. Por todos lados Tania muestra una aguda depresión y en varias ocasiones manifiesta su deseo de morir.