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INFANCIA I
40 años atrás de este tiempo dos niñas descalzas juegan
“a las comiditas de barro” en la casa de sus abuelos.
Un cactus gigante, viejo y guardián es testigo. El barro
está seco. Necesitan del agua. Del agua justa para
poder también, modelar figurillas, figurillas de barro
que hacen real su mundo imaginario; sintiendo más
cerca sus sueños. Eso que quieren, está ocurriendo
ahora, mientras lo juegan. El barro, silencioso, se
entrega. Se presta al juego. Se convierte en empanada,
en albóndiga, en fideos, en muñeca, en mamá, en flor,
en papá, en tía Juana, en nave espacial, en gallina, en
estrella, en maíz, en gusanito, en mesa y sillita, en sol
y león, en bicho bolita... Sabrán las niñas que el barro
guardará esas formas en su memoria? Será el barro un
participante más de este juego? Sabrán las niñas que el
barro las escucha? Podrán algún día las niñas escuchar
al barro?
INFANCIA II
40 años adelante, mi hijo y su amigo, vuelven a jugar
con ese barro.