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La guerra económica por el futuro de Venezuela
El Congreso de los Estados Unidos ha encendido los reflectores sobre los negocios petroleros de Chevron en Venezuela, y la audiencia dirigida por la representante María Elvira Salazar plantea una pregunta crucial: ¿debería Estados Unidos mantener la licencia de Chevron en Venezuela, o suspenderla para presionar al régimen de Nicolás Maduro? Aunque parece una decisión económica, en realidad se trata de una jugada estratégica en un complejo juego político en el que los actores principales -Estados Unidos y el régimen de Maduro- buscan maximizar sus beneficios en un entorno altamente interdependiente.
Un Juego de Poder con Consecuencias Reales
Desde la perspectiva de la teoría de juegos, la situación puede entenderse como una versión moderna de la “guerra de los sexos”. En este juego, dos actores tienen intereses diferentes, pero prefieren evitar el peor escenario posible, donde ninguno logra sus objetivos. Para Estados Unidos, representado tanto por la administración Biden como por sectores del Congreso, el objetivo es claro: forzar un cambio político en Venezuela, debilitando la capacidad económica de Maduro para sostenerse en el poder. Por otro lado, Maduro quiere mantener la estabilidad económica, apoyado en los ingresos que Chevron le proporciona, sin ceder a presiones externas que cuestionen su mandato.
La pregunta clave es: ¿cómo debe actuar Estados Unidos para obtener el mayor beneficio? La opción de suspender la licencia de Chevron se ha puesto sobre la mesa como una medida para acorralar a Maduro. Sin embargo, esto no es solo una cuestión de si afecta o no la producción de petróleo. De hecho, aunque Chevron produce alrededor de 200.000 barriles de crudo por día, una cifra importante para Venezuela, no representa un impacto considerable en el mercado global. El verdadero juego que se juega aquí es político.
La Estrategia de Suspensión: Un Riesgo Calculado
En términos de pagos, si Estados Unidos opta por suspender la licencia, está tomando un riesgo. En el mejor escenario, la suspensión forzaría a Maduro a negociar con la oposición, debilitando su base económica y política. Este escenario sería un equilibrio cooperativo, donde Maduro podría verse obligado a ceder poder, tal vez bajo la promesa de algún alivio futuro. La administración Biden ha mostrado su disposición a apoyar un cambio democrático en Venezuela, y suspender la licencia podría ser la jugada maestra para presionar al régimen.
Sin embargo, el otro lado de esta jugada implica un riesgo considerable: ¿qué sucede si Maduro no coopera? En ese caso, Estados Unidos enfrenta la posibilidad de una mayor desestabilización económica en Venezuela, lo que podría traducirse en más migración ilegal y un caos humanitario en la región. A corto plazo, el régimen de Maduro perdería un 30% de sus ingresos petroleros, lo que podría agudizar la crisis interna, pero a largo plazo, sus alianzas con China, Rusia e Irán podrían darle una vía de escape.
Chevron: Un Actor Económico, No Político
Chevron, por su parte, juega el rol de un actor económico, no político, en esta guerra estratégica. El CEO de la compañía, Mike Wirth, lo ha dejado claro: “Estamos allí para ayudar a desarrollar la economía, apoyar a la gente, crear empleos y no involucrarnos en la política”. Sin embargo, como lo evidencia el análisis estratégico, la presencia de Chevron en Venezuela tiene un impacto político inevitable. Los ingresos petroleros que genera la compañía son una parte vital del frágil equilibrio económico del régimen de Maduro.
Chevron argumenta que una suspensión de la licencia provocaría desabastecimiento de petróleo y un aumento de los precios, lo que afectaría a los consumidores estadounidenses. Sin embargo, el impacto en el mercado global sería mínimo. Los 200.000 barriles diarios que produce Chevron en Venezuela no son determinantes a nivel internacional. La preocupación real que subyace en el discurso de Chevron es más bien sobre el colapso económico en Venezuela y la crisis humanitaria que podría derivarse de un corte abrupto en sus operaciones.
El Dilema de Maduro: Cooperar o Resistir
Para Maduro, el dilema es claro: cooperar o resistir. Si decide cooperar, negociando con la oposición y abriendo la puerta a una transición política, podría evitar el colapso económico y mantener una salida diplomática para él y su círculo cercano. No obstante, el historial de resistencia del régimen sugiere que Maduro optará por no cooperar, esperando que sus aliados internacionales lo ayuden a capear el temporal.
Pero este cálculo también es arriesgado para Maduro. Si Estados Unidos mantiene la presión económica y diplomática, el régimen podría enfrentar una crisis interna aún mayor. La suspensión de la licencia de Chevron representaría un golpe del 20% en las exportaciones de crudo del país, un número lo suficientemente alto como para desestabilizar aún más su gobierno. El tiempo, en este juego, corre en su contra.