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LOLITA PLUMA
Me contaba mi madre que, de pequeño, yo le tenía pavor a aquella estrafalaria mujer. Cuando se acercaba a la mesa ocupada por mis viejos, yo me escondía detrás de ellos, retraído, asustado.
Luego, con el tiempo, a base de algún que otro caramelo, ya dejé que se me acercara y, a medida que crecía, más interés fue despertando en mí.
De adolescente, cuando bajábamos del pueblo en plan de pardillos depredadores de complacientes turistas, circulaban mil rumores sobre el origen de su aparente locura, pero hoy creo tener una idea mucho más clara de quien fue Lolita, sobre todo, gracias a las conversadas que he tenido con Tino, un sobrino suyo camarero de La Barca de San Andrés, un restaurante que suelo frecuentar cuando bajo a la capital.
Lolita, su amor por los animalitos; su actitud generosa a pesar de su propia pobreza- le he visto dar limosnas a otros indigentes-; su genio malhablado; sus risotadas y su barriobajero acento, me "forzaron" casi a escribirle esta canción que ahora les presento, extraída de un concierto que di en el Alfredo Kraus en el 2006, gracias al bisturí digital de PERICO "SPIELBERG" SARMIENTO.