CABEZOS DE MAZAGON - HUELVA

¡Qué mares, qué playas, qué rocas anaranjadas...!
Qué agua lamiendo la arena fina y dorada;
y aroma de pino y el tordo cantando entre brezos.
¡Qué imágenes!, recuerdos ensoñados.
El litoral andaluz atesora en Huelva la memorable playa de Mazagón, custodiada por dunas, acantilados, pinos esculpidos por el viento..., un secreto de arenales que se funden con el océano Atlántico en una colosal experiencia natural, una auténtica joya de paz, naturaleza y belleza.
Una imagen muy conocida en muchas zonas de la costa onubense es la sucesión de acantilados arenosos que rompen las secuencias de pinares y dunas para caer hacia la playa y el mar. En la provincia de Huelva se les denomina cabezos. Las mayores acumulaciones de acantilados arenosos se encuentran entre la entrada de la ría de Huelva y Matalascañas, ya en pleno Parque Natural de Doñana.
La entrada de la ría de Huelva coincide con Mazagón, núcleo de población turística gestionado por la Mancomunidad Intermunicipal de los ayuntamientos de Moguer y Palos de la Frontera, municipios a los cuales pertenece. Si bien en este núcleo de población, pequeño, alargado y esparcido, no son todavía muy apreciables estos cabezos, al menos en las cercanías de la playa, sí, como podemos apreciar en las imágenes, son mucho más acusados al final de esta población, coincidiendo con las últimas urbanizaciones (“Las Casas de Bonares”).
Mazagón (palabra que para algunos proviene de Marzaga, nombre de un salario de trabajadores forestales. Para otros, Mazagón es un topónimo filisteo dedicado al dios del mar, Dagón.
Posteriormente, los fenicios, inspirándose en un jeroglífico egipcio, agregaron la letra M, con lo que Mazagón significaría “Mar de Dagón”) posee como uno de sus símbolos las preciosas imágenes de sus cabezos.
Los cabezos están formados por la sedimentación de arenas de origen eólico y aluvial acumulada durante catorce o quince mil años. Las distintas capas fueron depositándose a lo largo de este tiempo para que posteriormente las fuerzas de la tierra las elevaran. El oleaje y el viento han modelado sus paredes, dejando cárcavas, surcos y barrancos. En algunas zonas es tan impresionante la acción erosiva que el acantilado retrocede perdiendo materiales a una velocidad de aproximadamente cuatro metros cada año.
Entre las distintas capas se observan algunas más oscuras, que se corresponden a la turba, materia orgánica. El color anaranjado de algunas zonas de arena es debido al óxido de hierro que transportan las aguas subterráneas.
La vegetación característica de estos cabezos va en consonancia con la presencia de agua dulce y con la exposición al mar. En algunos puntos de estos cabezos se pueden observar manantiales denominados chorritos, creando una vegetación muy rica y propia de zonas húmedas como la zarzaparrilla, helechos, etc. La presencia de esa agua dulce se puede adivinar por la presencia de cañaverales en distintas zonas. Algunas plantas al borde del acantilado aparecen quemadas por el efecto del aire y la sal, en lo que se conoce como “Efecto Spray”. Los plantagos colonizan el cabezo resistiendo bien las condiciones de salinidad, insolación y fuertes vientos.
El paisaje de Mazagón es espectacular. Aparte del comentado núcleo de población, su entorno natural es precioso, con playas paradisíacas, la mayoría desérticas, vírgenes, aptas para el paseo y la contemplación del bellísimo paisaje que conforman sus aguas azules-verdosas, sus arenas increíblemente finas y doradas, el verdor del inmenso bosque de pino piñonero de repoblación, y los blancos y ocres de los monumentos que forman cabezos y acantilados, todo un paraíso para los sentidos.
En la grabación se pueden apreciar aún los efectos del maléfico incendio que asoló estos parajes hace algunos meses. Se hablaba de que eran provocados, de que se hallarían a los culpables, que sabríamos la verdad... Pasa el tiempo y parece que todo se ha olvidado... qué cosas.
(Nota: Algunas imágenes y vídeos han podido ser cedidos por amigos y colaboradores del canal. Siempre sin ánimo de lucro)