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Canción del jangadero [Jaime Dávalos/ Eduardo Falú]
Cristian Carrassi: Guitarra, arreglo y producción musical.
PH: Concordia, Entre Ríos, Argentina.
Partitura PDF - email: cristiancjv80@gmail.com
El poema se resiste al tiempo, al vértigo y a los valores actuales sobre el trabajo. Esta canción - que nació quizás el día en que un joven Jaime Dávalos de 19 años vio (según él mismo relata) el río Paraná por primera vez - fue una de las primeras que aprendí de nuestro folklore. Me acompañó y la canté durante años y siempre ahondé deslumbrado en las metáforas y figuras paisajísticas como “la sombra derrumbada” que busca un nuevo horizonte y la “fabulosa lampalagua” con piel de barro por donde nos arrastra, forzando nuestro destino, la corriente. La paradoja entre la pasión y el desafío; río arriba cada vez, para emprender un nuevo viaje.
El encuentro de ese mundo con el actual, posible por medio de la canción y su permanencia, aunque resulte anacrónico en parte, nos recuerda cada día cuando cargamos nuestra pesada carga, sangrando a la deriva sobre un espejismo, mientras soñamos y nos resistimos a la realidad material.
Río abajo voy llevando la jangada,
Río abajo desde el alto Paraná,
Es el peso de la sombra derrumbada
Que buscando el horizonte bajará.
Río abajo, río abajo, río abajo…
A flor de agua voy sangrando mi canción.
En el sueño de la vida y el trabajo
Se me vuelve camalote el corazón
Jangadero, jangadero…
Mi destino sobre el río es derivar
Desde el fondo del obraje maderero
Con el anhelo del agua que se va.
Padre río, tus escamas de oro vivo
Son el sueño que nos lleva más allá,
Vamos tras del horizonte fugitivo
Y la sangre con el agua se nos va.
Banda, banda; sol y luna; cielo y agua,
Espejismo que no acaba de pasar.
Piel de barro, fabulosa lampalagua
Me devora la pasión de navegar.