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Carmelo Flores, murió en julio de 2014 a sus 123 años, sin saber que su nombre se inmortalizaría en un suplemento nutricional que el Estado Boliviano empezó a repartir a los adultos mayores. Un hombre que en su vida atravesó todo tipo de necesidades motivó a que el gobierno de Evo Morales garantizara un mecanismo de atención social, pero la provisión por las instituciones públicas del suplemento Carmelo pronto se convirtió en un negocio millonario en manos la empresa cochabambina Sigma CorP.