Una más de esas gracias excéntricas de los directores de escena que un día de estos descubrirán la rueda. Una rueda esperpéntica, claro. Aunque este montaje sea ya antiguo y fuera vanguardista en su momento, nunca será un clásico. Un clásico es algo que nunca cansa de oirse, leerse o verse. Estos montajes cansan, no superarán el paso del tiempo. Viva McVicar y su buen hacer.