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#UCL #realmadrid #Bayern
El Real Madrid tenía este miércoles una nueva cita con la historia. Tenía por delante el partido de vuelta de semifinales de la Champions League contra el Bayern Múnich y se preparaba para una nueva 'noche mágica en el Santiago Bernabéu'. Esto es lo que deseaban sus aficionados, que se han acostumbrado en los últimos tiempos a las gestas de su equipo en Europa con su estadio como bastión contra los gigantes del continente, lo que les ha llevado a alzar el título de la máxima competición de clubes de la UEFA en cinco ocasiones en la última década.
Después del empate de la ida en el Allianz Arena, todo estaba abierto, aunque esa fuerza del Bernabéu esperaban que fuera determinante. Y como mínimo era impresionable, pues jugadores como Müller ya habían hablado de él en la previa, pero seguro que lo que vivieron al inicio del choque les dejaría más sensaciones aún, con un ambiente increíble. Ya en el terreno de juego, los blancos salieron enchufados, dominando y queriendo buscar la portería rival. Una de las primeras jugadas de peligro fue además polémica. Había dos balones en el campo pero el colegiado no paró, Vinicius le pegó tocó Neuer y el palo repelió el esférico, que le cayó a Rodrygo y el guardameta otra vez evitó el tanto. Fue tremenda la acción.
Después del arreón inicial de los locales se igualó la contienda. Harry Kane tuvo una ocasión en un disparo desde la frontal que Lunin consiguió tocar abajo. Fue la más clara de los alemanes, que se sustentaron en una muy buena actuación de Matthijs De Ligt, que cortó muchos intentos de golpeo. Eso sí, Neuer tuvo que volver a aparecer para salvar otra vez un balón de Vini que se envenenó y cogía puerta. Tras una primera parte vibrante, los protagonistas se fueron a vestuarios con empate a cero. Todo quedaba para decidirse en la segunda parte.
En ella salió mejor el Bayern, pero Vinicius estaba destrozando la banda. No podían pararlo ni Kimmich ni todas las ayudas que intentaban ponerle. Un arma de destrucción masiva de defensas que desbordaba y la ponía atrás, pero le costaba encontrar rematadores. En una de ellas sí que se la consiguió dar a Rodrygo y este remató fuera rozando el palo. El 7 madridista espoleó a su equipo y a la hora de partido Neuer ya había salvado dos goles más, uno en una falta de Rodrygo y otro en un jugadón de Vini. Pero el conjunto bávaro es lo más parecido al Madrid que hay en la Copa de Europa y, cuando más sufrían, llegó la cabalgada de Davies, el recorte y el disparo al fondo de la red. Fue un mazazo, sin embargo los blancos consiguieron empatar casi inmediatamente, pero el tanto fue anulado por falta en el principio de la acción tras un saque de esquina.
Pintaba feo, pero las noches mágicas del Bernabéu son historia, una que se repite una y otra vez. En el 88, un Neuer que había salvado a su equipo no consiguió atajar una pelota y apareció Joselu para meter la puntera y hacer el empate. La caldera estalló, como hace un par de años contra el Manchester City... ¡Y volvió a pasar! En el 90, Rüdiger puso la pelota y volvía a aparecer el delantero para hacer el segundo. Al principio se anuló por fuera de juego, pero se revisó y se determinó que no había ninguna posición adelantada. Lo de este equipo es una locura, mejor no buscarle explicación, porque no la tiene. El Real Madrid estará en la final de Wembley del próximo 1 de junio donde jugará contra el Borussua Dortmund por hacerse con la decimoquinta. Y qué manera de ganarse esa oportunidad.