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San Fernando es probablemente la fortaleza abaluartada más grande de Europa, con más de medio millón de m2 de superficie y más de tres kilómetros de perímetro.
Ante la amenaza de una posible invasión francesa hacia el Ampurdán, en 1753 se iniciaron las obras de esta gran fortaleza bajo la dirección de Juan Martín Zermeño. Concluyeron en 1792, pero su escasa efectividad se comprobó tras capitular ante el asedio francés de dos años después y una nueva ocupación napoleónica en la Guerra de la Independencia.
Fue prisión desde 1904 y hasta 1933. Tuvo un papel muy relevante durante la Guerra Civil española (cuartel de brigadistas, polvorín, sede temporal del Gobierno republicano) y después fue cuartel y cárcel militar hasta su apertura al público en 1997.