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Cecilia Pantoja Levi representa uno de los fenómenos más atípicos y sorprendentes de la música popular chilena. Aunque irrumpe como solista en pleno fulgor de la Nueva Ola, alzándose hacia mediados de los años ’60 como la mayor estrella juvenil de la época, su estilo y repertorio no responden a cabalidad al molde del movimiento. Mientras los pares de su generación se limitaban a doblar las canciones de éxito en Estados Unidos o, cuanto más, a proponer un pop ligero y elemental, Cecilia adquirió personalidad propia con un catálogo diverso de canciones que en gran parte bebían de la tradición musical latina y europea.`
Bolero, tango italiano, mambo, chachachá y rock’n roll fueron algunos de los estilos con que fue construyendo una identidad musical que no tuvo parangón ni descendencia. Como lo constató a tiempo su productor musical y por entonces director artístico del sello Odeón, Rubén Nouzeilles, Cecilia fue única entre los músicos de su generación. De ahí el nombre de su segundo long play solista, La incomparable (1965), título que en adelante institucionalizó el mote artístico con que se haría conocida entre las masas.
En 1968 decide mudarse al sello CBS/Philips y comenzar a grabar temas que le dieran un perfil más adulto e internacional a su Carrera. Era una época marcada por cambios políticos y sociales en el país, Cecilia Pantoja “La Incomparable” se propuso hacer el disco más ambicioso de su carrera. Con la ayuda del maestro Valentin Trujillo, la cantante se desmarcó totalmente de la amabilidad sonora y estilística de la Nueva Ola para entregarnos su trabajo definitivo: nunca más grabó un larga duración.
El disco editado por la CBS descatalogado actualmente unió tres caras de la música nacional que, hasta entonces, no podían estar juntas: el folk, el pop casi meloso habitual de la Revista Ritmo y la actitud propia del Rock. El resultado fue un LP de 10 canciones que incluyen una trabajada versión de ‘Gracias a la vida‘ de Violeta Parra que da el nombre al disco y la desgarrada interpretación de ‘Plegaria a un labrador‘ de Victor Jara. Hablamos de 1970, Cecilia lo hizo antes que nadie ¿Quién podría decir lo mismo?
En términos de venta se podría considerar como un fracaso para alguien que había conseguido avasalladores éxitos en sus años anteriores. Además, no fue comprendido por sus fanáticos que no aceptaron el giro de la artista. El tiempo le dio la razón a la cantante y hoy es considerado uno de los manifiestos más sinceros hechos en la música nacional.