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Sierra Leona es un pequeño país en África Occidental que quiere darle la bienvenida a viajeros de todo el mundo. Desde su capital Freetown hasta sus playas, junglas y parques naturales, hay muchísimo más en este país que su historia de pobreza, minas de diamantes o violencia. Gracias amigo @Merakio por acompañarme en esta aventura!
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Primero fuimos a un glamping en las Banana Islands donde sentí una paz que no había experimentado en muchos sitios antes, esa sensación de estar en un lugar remoto, desconectada, donde la naturaleza manda.
Al día siguiente visitamos la playa de Bureh, y terminamos el día en uno de los lugares más cool de la Península de Freetown: the Place at Tokeh, un resort en playa de arena blanca y mar tibio donde se come riquísimo, y los locales y expats que viven en Salone van los fines de semana para relajarse y divertirse.
El día siguiente nos encontré en la famosa playa River Number Two, de la cual me habían hablado mucho, y luego entendí por qué. La arena blanquísima, el mar turquesa que se junta con el río, y el verde de las colinas forman los colores de la bandera de Sierra Leona, mientras uno se relaja, toma algo, o pasea por la playa.
Luego hicimos una visita express a Lakka Beach, de arenas doradas, y en una zona de rápido crecimiento. Es por eso que en el camino hay muchísimas casas y edificios en construcción.
Y ahora sí, el momento más esperado, la visita a Tacugama: ubicado justo en las afueras de Freetown, el Santuario de chimpancés de Tacugama fue fundado en 1995 por el conservacionista Bala Amarasekaran y su esposa Sharmila, y está validado por la Dra. Jane Goodall. Inicialmente establecido para hacer cumplir las leyes de vida silvestre y rescatar y rehabilitar a los chimpancés occidentales huérfanos en peligro crítico, hoy cuida a cerca de 100 chimpancés en el sitio. También participa activamente fuera del sitio en programas de divulgación comunitaria, investigación de campo de vida silvestre, sostenibilidad ambiental, educación para la conservación y medios de vida alternativos.
Tacugama es también un centro de ecoturismo para Freetown: hogar de 6 eco-lodges y una variedad de actividades para que participen tanto los turistas como los habitantes de Freetown.
Pero como les contaba, este también fue un viaje que me movilizó mucho como ser humano, al entrar en contacto con la dolorosa historia de esta tierra. Un dolor que vino en tres grandes golpes.
El primero comenzó hace siglos, con la esclavitud. Sierra Leona fue la tierra desde la que los esclavos africanos eran enviados a las colonias americanas.
No es que no supiera de historia, ni que no me haya horrorizado desde pequeña al solo pensar en la esclavitud.
Pero visitar los calabozos y fortalezas en las que las personas eran esclavizadas, fue equiparable a visitar las ruinas de un campo de concentración. Por momentos sentía que me envolvía una oscuridad muy densa, un dolor profundo.
Después de visitar la Isla de Bunce, almorzamos en la cercana isla de Tasso, donde hay un eco-resort que trabaja junto con la comunidad para generar una opción turística con una experiencia genuina y que sea sostenible para los habitantes.
Ahora, si hay algo que aprendí de los sierraleoneses Es que son un pueblo con una resiliencia que jamás había visto en mi vida.
Porque el segundo gran golpe llegaría a finales del siglo XX, con una guerra civil cruda y sangrienta, que destruyó mucho del avance que habían hecho como país.
Las secuelas de esa guerra se sienten aún hoy. Y sin embargo cuando preguntamos si no sentían deseo de venganza, su respuesta fue fuerte y clara: “La Paz nos costó muchísimo, y único que nos importa es conservarla”
El tercer gran golpe fue la epidemia del ébola a comienzos de este siglo, cuando aún se estaban recuperando de la guerra civil. De esto solo puedo repetir lo que nos contó Bassie: “cuando llegó el COVID ni siquiera nos preocupamos, ya habíamos pasado por algo mucho peor, sabíamos las medidas sanitarias que teníamos que tomar inmediatamente”.
Conectar con una historia y una realidad tan diferentes a la mía abrió mi mente y mi corazón como ningún viaje lo había hecho antes. África dejó de ser un lugar que veía en libros o películas, para ser tan real en mi interior como Madrid o Buenos Aires. Y su historia pasada y moderna son ahora tan parte de mi mundo como los virreinatos.
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