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Los desfiles de moros y cristianos son espléndidas representaciones de las luchas de la Reconquista. En ellas llegan a participar, incluso, animales como camellos, caballos o dromedarios, recreando el ambiente de la época.
La vistosidad de los vestidos de las escuadras moras y cristianas, junto con la solemnidad de la música de banda que los acompaña, conforma un espectáculo que rememora un septiembre de 1233.
Fue entonces cuando el rey Jaime I “El Conquistador” llegó a la ciudad, consiguiendo tomar la fortificación. Con el tiempo, estas antiguas batallas libradas en territorio valenciano comenzaron a escenificarse en las calles del centro.
Cada bando “toma la ciudad” durante un día, dando muestras de su poderío y luciendo sus elaborados trajes. Estos se confeccionan artesanalmente durante meses, para ganarse los vítores y los aplausos de los presentes. Unos con armaduras y detalles en piel; otros, complementados con cimitarras árabes.
La fiesta comienza con la entrada a la fortaleza templaria, tras un pasacalle que recorre la Avenida del Papa Luna hasta la Plaza de Bous. Termina con la recuperación del enclave y de su castillo por parte de la cristiandad.