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En homenaje al maestro arquitecto Rogelio Salmona, la alcaldía de Bogotá decide llamar a esta nueva infraestructura educativa con su nombre.
El colegio se organiza a partir de núcleos de aulas interconectadas entre sí que conforman pequeñas comunidades de aprendizaje. Se procura disolver los límites del aula integrándola y expandiéndola en todas las direcciones: hacia los corredores, hacia patios o hacia otras aulas; de esta manera se logra una integración espacial multidireccional que permite llevar las actividades pedagógicas fuera del aula y fomentar el trabajo colaborativo.
Los núcleos de aprendizaje se articulan mediante patios de diversas escalas para diferentes fines pedagógicos, algunos se configuran como extensiones del aula, mientras que otros permiten actividades lúdicas, deportivas o culturales. Las separaciones entre los núcleos permiten integrar los patios al paisaje circundante vinculándolo al espacio interior del colegio.
Se utiliza la transparencia como recurso de integración y continuidad espacial, dotando al ambiente de un carácter abierto y flexible. Cada espacio vincula al siguiente de manera fluida; puertas corredizas y puertas plegables integran espacios como los laboratorios, los talleres, aulas entre sí y una gran puerta que integra el auditorio al patio cívico. La posibilidad de integrar espacios entre sí, fomenta relaciones pedagógicas a diferentes escalas más activas y colaborativas.