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Este es un cuento macabro que al parecer tiene alguna relación con la experiencia de infancia del propio narrador, puesto que la negra Tomasa (la contadora de historias) encarnaría en realidad a una señora antigua del vecindario donde vivió su infancia el autor; en cuanto a la identidad de "virgilito", el "niño de la casa" que escucha la narración de la negra, podría tratarse del propio Laiseca aún en edad infantil.