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El hormigón está formado, como ya sabemos, por agua, gravilla, arena y cemento. Para que el hormigón endurezca, el cemento debe reaccionar químicamente con el agua. Y aquí empiezan los problemas, porque ¿cuánta agua se necesita? Pues la justa, ni más ni menos.
Si se prepara el hormigón (o concreto) con más agua de la debida, su evaporación deja poros y cavidades en la masa, las cuales lo debilitan. Si, por el contrario, se usa menos agua de la cuenta, una parte del cemento no reacciona químicamente y tampoco endurece.
Pongamos que se amasó el hormigón con la cantidad de agua necesaria. ¿Qué pasa durante el secado? Pues que, especialmente con viento y clima cálido, el agua se evapora del concreto antes de que la reacción química termine. Y esto también debilita el hormigón.
La solución a lo anterior pasa por curar el hormigón para evitar la evaporación prematura del agua. Y esto puede lograrse por medio de distintas técnicas, siendo el riego con agua la más común. Aportar agua a la losa de hormigón evita que se pierda la humedad antes de tiempo y ayuda a conseguir un buen endurecimiento.
Pero ¿cuándo se empieza a regar el hormigón? Esto es lo que trato en este vídeo.
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enriquealario....