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Tomad esta preparación, la consagración a mi Inmaculado
Corazón, como una gran cátedra de Sabiduría Divina. Sabiduría impartida por María, Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos, porque esta es mi misión: enseñaros el camino al Cielo, profetizaros los acontecimientos que están por suceder, porque todo lo que está escrito llegará a su culmen, a su final.
Además de ser una buena madre para con todos vosotros, soy Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos. Maestra que ha sido designada por el Cielo para este tiempo decisivo en la historia de la humanidad, humanidad que tendrá que caminar en dirección opuesta al mundo.
Sois templos vivos de Dios, sois morada del Espíritu Santo. Sois creados a imagen y semejanza de Dios. Sois hechura de sus venerables manos. Así es, pues, hijos míos, que debéis hacer de vuestro cuerpo tabernáculo del Amor Divino, copón de pureza porque naciste para el gozo espiritual, para el disfrute de la verdadera vida en Dios. No mancilléis vuestro cuerpo.