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Al igual que las manos de un carpintero se encallecen por causa de usar martillos, lijas y formones, y el alma de los misioneros se encallece por estar en medio del dolor y el hambre de los desamparados, algunos cristianos tienen callos que hacen que su espíritu sea como una esponja saturada de agua que no puede absorber más, y se vuelven insensibles hacia los que no tienen a Cristo en su vida... Si tienes callos espirituales, si no tienes pasión por los perdidos, debes compartir, dar, servir, estrujar tu esponja para recuperar la capacidad de absorción. Cuando estés triste, ora por alguien que esté más deprimido que tú; si te sientes enfermo, ve a sanar a un enfermo; cuando no tengas dinero, dale lo poco que te quede a alguien que no tenga pan para comer. Al bendecir a otros, vendrá bendición para tu vida.