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En el norte de Chile, una porción del Desierto de Atacama ha ganado notoriedad como uno de los mayores vertederos de la industria del vestuario. La ropa usada desechada ingresa al país en fardos a través de la Zona Franca del puerto de Iquique, y lo que no se vende termina siendo botado ilegalmente en los alrededores de Alto Hospicio. Estos microbasurales ilegales tienen un costo ambiental y sanitario, asociado a gases de efecto invernadero y el humo tóxico producto de su permanente incineración.
La mayoría de las historias de este sector se centran en la desolación. Pero una comunidad de activistas, educadores y artistas están convirtiendo los desechos de la industria del vestuario en las semillas del cambio, construyendo las bases para una nueva narrativa.