Рет қаралды 128
Fuentes para el estudio de la música afroargentina: el Archivo Científico del Instituto Nacional de Musicología “Carlos Vega” (1931-1966)
El 17 de agosto de 2023 di esta ponencia en el Congreso Argentino de Musicología. Espero que en breve se publiquen las actas, mientras tanto, un extracto para quienes no pudieron asistir.
El desinterés sobre la música afroargentina empezó temprano, pues el surgimiento y consolidación de las disciplinas histórico-social corrió en paralelo al proyecto de la hegemonía gobernante que enfatizaba la blanquedad del país como meta sociocultural, en vista a su europeización. Por ello que en la episteme dominante lo afro casi no tuvo lugar, naturalizando la idea de la nación la integraban dos y solo dos grupos, el aborigen y el criollo. En otras palabras, el naciente pensamiento científico, en connivencia con el poder, situó a ese paradigma en un lugar incuestionado. Lejos de analizar la música afroargentina con el método científico o aguardar a expertos, se elaboró lo que llamo teoría desaparicionista, consistente en el doble certificado de defunción biológico y cultural de los africanos esclavizados y su descendencia en correlación a las prácticas culturales que reconocían propias, como el candombe porteño, o la apropiación de otras, como el tango, fraguando un origen a la carta, léase europeo.
Parto de que no hay construcción de conocimiento sin ideología ya que la historia de la ciencia demostró que nunca se desarrolla, circula ni consume por fuera de los marcos sociales de poder. La (falta de) relación del país con lo afroargentino nace de un aceitado proyecto en el cual el pensamiento científico casi siempre incumplió su rol cuestionador, desnaturalizador e interpelador, por el contrario, avaló la ideología dominante creando un canon a medida. Pese a este panorama, la dimensión de la cultura afroargentina fue tal que muchos investigadores, aún sin proponérselo, la registraron pero, por ideología, raramente la catalogaron y analizaron como tal, por lo que sigue virtualmente inédita y camuflada con otras etiquetas. Esta revisión de fuentes y sometiendo a vigilancia epistemológica de los taxones empleados contribuye al estudio cuidadoso del tema. Asimismo, invita a problematizar los supuestos teóricos, metodológicos y analíticos usuales pues el incumplimiento del método científico y la gravitación de la ideología hegemónica fue lo que produjo este vacío y no la desaparición de los afroargentinos y su música.
Indicé 74 registros de Buenos Aires y 6 provincias: Buenos Aires (Avellaneda, Cañuelas, Chascomús, Dolores y Suipacha), Catamarca (Belén y Portezuelo), Córdoba (Embalse Río Tercero), Entre Ríos (San José de Feliciano), Jujuy (San Salvador de Jujuy), La Pampa (Santa Rosa), Santiago del Estero (Santiago del Estero) y Santa Fe (Rosario). De los 16 informantes, 6 eran afroargentinos (4 hombres y 2 mujeres) y el resto blanco (incluyendo a Vega, criollos de ascendencia indígena. En los géneros hay canciones (vidala, milonga, estilo, arunga, canción, cifra, arrullo y payada) y danzas (aire, candombe, tango, cueca, chacarera, gato “bailecito”, gato, polca, pericón, chotis y vals), siendo los orgánicos canto y caja, guitarra, canto y guitarra, acordeón y “percusión”. Analizo el corpus con ocho estudios de caso que corresponden a cuatro aspectos: performance, conceptual, repertorio e informante, aunque algunos se entrelazan. En este adelanto doy uno de repertorio.
En el viaje 35 Vega documentó dos esquemas rítmicos que consignó candombe. No hizo ningún análisis y la falta de indicación metronómica limita conocer su tempo. Por años los tuve como un enigma, sobre todo el primero pues el otro, tras mi reconstrucción sonora en base a mi competencia en el tamboreo afroporteño, entendí que era de milonga. Del primero, que solo esté formado por corcheas en compás binario acentuadas en los tiempos fuertes, limitaba recrearlo para entender su significado y género, pues no se correspondía a lo que conocía como candombe.
Los afroporteños tienen un género que llaman afrolatino o la sangre negra. Es un toque instrumental que, entienden, sus ancestros trajeron de África y genera estados de ánimo que permiten a quien baila dialogar, por la fuerza espiritual del tamborero, con sus ancestros. Solo lo performan en contexto familiar o comunitario y en situaciones excepcionales, tan excepcionales que, habiendo comenzado a investigar la música afroporteña en 2003, solo lo documenté en tres ocasiones, está en 2 x 4 y su indicación metronómica es negra = 140.
Esbozado el aparato conceptual-simbólico del género, y conociendo como se toca, solo conocía lo que hace el tambor grave, para que el tambor agudo improvise. Por lo expuesto, al rotular Vega a ambos candombe da cuenta de cuán lejos estaba de procurar un conocimiento fino, como si fuera el único género afroporteño.