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Aunque la idea había surgido ya en el año 2005, no fue hasta finales del 2019 que el ambicioso proyecto para dar una segunda vida en forma de aquapark a una antigua cantera abandonada , por fin parecía una realidad. Tras una primera demora, la puesta en marcha del mismo estaba prevista para el verano de 2020, pero llegó el coronavirus y su construcción se frenó en seco.
Piscinas de olas, saltos de agua, toboganes, espacios de restauración, zonas de juego en seco, parking… El proyecto del parque acuático contemplaba todas las variables para dinamizar el recinto más allá de la temporada estival y convertir el complejo en un referente y un impulso económico y turístico del pueblo. La hoja de ruta inicial pretendía generar el menor impacto visual y medioambiental en el entorno, con atracciones integradas en el paisaje, tecnologías punteras y mecanismos que permitiesen alcanzar al parque una completa eficiencia energética y del agua. Sin embargo, la realidad a día de hoy es muy distinta: la de un complejo sumido en un estado de total abandono y de futuro incierto, con estructuras gravemente deterioradas, viales destrozados y otros serios problemas derivados a vecinos de la zona por los constantes movimientos de tierra en épocas de fuertes lluvias.