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Con las campanadas de la iglesia y al sonido de la caja inicia todos los años una tradición preservada de generación en generación. En la población varguense de Naiguatá, el día del Corpus Christi, bajan los diablos danzantes para rendir su maldad ante el santísimo sacramento del altar. Cada una de las 23 cofradías de diablos danzantes existentes en el país hace de su tradición algo propio.