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Una serie de asesinatos a diversos científicos, especialistas en
diversas ramas de la neurociencia y la nanotecnología, aproxima la
investigación periodística de Luciana García, una periodista especialista en casos policiales y ciberdelitos, a la investigación policial que lleva a cabo el teniente Ricardo Murúa.
Los crímenes son macabros, con símbolos esotéricos y elementos
rituales que dan la idea de ser cometidos por un asesino serial perteneciente a una secta dogmática y fundamentalista denominada Los Siervos, que se opone a los avances de la ciencia y enaltece una forma de vida supersticiosa, sin tecnología y temerosa de su dios. Abel es el autoproclamado sumo sacerdote de la agrupación religiosa. Este grupo de personas vive en las afueras de la ciudad como una comunidad hermética. Ricardo piensa que ellos podrían ser quienes cometen los crímenes.
Luciana toma un ángulo más amplio en su investigación y elabora
un mapa donde recrea las actividades, investigaciones y desarrollos en que todos los científicos asesinados han participado. Descubre que todos los involucrados en Neuronik, una multinacional biotecnológica internacional, también sufrieron muertes violentas.
Luciana y Ricardo consiguen conectar con Matías Guzmán, el
científico especialista en neurociencias y nanotecnología, líder de proyecto en Neuronik. Matías condujo ocho años a un equipo multidisciplinario, compuesto por especialistas en nanotecnología y neurocientíficos con el objetivo de desarrollar un sistema de comunicación que mediante un artefacto fuera posible decodificar química y electromagnéticamente la actividad cerebral, para controlar tecnología sin interfaces físicas, con el solo uso del pensamiento. El proyecto logró su objetivo mediante el uso de nanopartículas magneto-eléctricas (MENPs), pero con resultados que no se alineaban con la pretendida aplicación comercial que buscaba Dominique Trudeau, la CEO de la filial sudamericana de Neuronik. Dominique decidió frenar todo y desmantelar el equipo de trabajo local.
Matías sabía de algunas de las muertes de los ex miembros de su equipo, pero al enterarse de las otras, escapa porque sospecha que las
muertes no son ejecutadas por miembros de la secta de Abel, sino que han sido disfrazadas de rituales por encargo de Dominique, para no dejar cabos sueltos y cubrir sus intenciones de orientar el resultado del proyecto a aplicaciones militares.
DIRECTOR: Luciano Croatto
GUION: Raúl Vargas
PRODUCTORA GENERAL: Alejandra Bustamante
PRODUCTORA EJECUTIVA: Gio Croatto
JEFA DE PRODUCCIÓN: Ana María Apontes
DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA: Marcos Rostagno
DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA: Gio Croatto
CAMARÓGRAFO: Marcos Rostagno
DIRECTOR DE SONIDO: Ezequiel Benjamín Brodsky
DIRECTORA DE ARTE: Ana Fernández Comes
VESTUARISTA: María Jimena Biga
MAQUILLADORA: María Belén Fontana
PEINADOR: Rodrigo Pesce
MONTAJISTA: Renzo Nicolás Blanck
COORDINADORA DE POSTPRODUCCIÓN: María Laura Zanotti
COLORISTA: Gonzalo Grecco - Colorista