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Miércoles, Enero 29
A lo largo de la Biblia, Dios muestra repetidamente su pasión en favor de los oprimidos y su correspondiente justa indignación contra los victimarios y opresores. Si no existiera el mal, Dios no se enfadaría. Su ira se expresa solo y siempre contra lo que daña a su Creación.
Según Lamentaciones 3: 32 y 33, Dios no se complace en afligir (literalmente, Dios no aflige «de corazón»). No quiere dañar a los malhechores, pero el amor exige justicia.
Esta verdad es ejemplificada por el reiterado perdón concedido por Dios a su pueblo y por las repetidas oportunidades que le dio de arrepentirse y reconciliarse con él. Por medio de los profetas, Dios llamó una y otra vez a su pueblo, pero este se negó a escuchar (ver Jer. 35: 14-17; Sal. 81: 11-14).
Lee Esdras 5: 12 y compáralo con Jeremías 51: 24, 25 y 44. ¿Qué enseñan estos textos acerca del juicio divino que sobrevino a Jerusalén por medio de los babilonios? (Ver también 2 Crón. 36: 16).
Según Esdras 5, después de que el pueblo provocara persistente e impenitentemente la ira de Dios, el Señor acabó por retirarse y «entregó» al pueblo «en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia» (Esd. 5: 12). Pero Dios lo hizo solamente después de que «ya no hubo remedio» (2 Crón. 36: 16, RVC), y más tarde juzgó a Babilonia por la devastación excesiva que infligió a Judá (Jer. 51: 24, 25, 44; compara con Zac. 1: 15).
Muchos otros juicios que las Escrituras describen como desencadenados por Dios se explican como casos en los que él «entrega» al pueblo a sus enemigos (Juec. 2: 13, 14; Sal. 106: 41, 42) en respuesta a la decisión del pueblo de abandonar al Señor y servir a los «dioses» de las naciones (Deut. 29: 24-26; Juec. 10: 6-16). La ira de Dios contra el mal, que finalmente culminará en su erradicación, procede de su amor por todos y de su deseo del bien final del universo, que a su vez está en juego en toda la cuestión del pecado, la rebelión y el mal.
¿Cómo influye en tu comprensión de la ira divina el hecho de que Dios no desea condenar a nadie? Si Dios es lento en airarse, ¿no deberíamos ser más pacientes y magnánimos con los que nos rodean? ¿Cómo podemos hacerlo sin dejar de proteger a las víctimas de las malas acciones?