No solo es grave el hecho de considerarlos ignorantes (peyorativamente) o tontos, por el hecho de no contar con una instrucción mediana o formal, la opinión de los niños, niñas, jóvenes y jovencitas, tienen como asidero la falencia de políticas humanas, empáticas y que se deban a la protección, acompañamiento y resguardo de ellos; sus vivencias pocas, por su corta edad, podrían ser poderosas para poder comprender su manera de actuar, para comprender desde su punto de vista cómo decodifican la realidad, es completamente contrario a lo que se espera de personas profesionales y preparadas para interactuar con los jóvenes, que se atrevan a tomar decisiones de vida, relevantes, desde la perspectiva de un adulto, sin tomar en cuenta lo que ellos tienen que decir, y que se lo tomen en serio, como ser humano pensante y que merece respeto. Traemos a cuenta esta reflexión debido a que finalmente, al ser ciudadanos sin derechos, por el solo hecho de ser aún menores de edad, son objeto de manipulación por parte del estado, al ofrecerles Protección y Cuido de “menor”, casi que literalmente, pero al momento de que el Estado al fallarle en el cuidado que le debe, esté en posición de reprocharle su conducta, lo trata duramente como un adulto, sin darle descanso a su sufrimiento y abandono que comenzó desde el vientre de su madre, y cuando sea adulto será reprochado por las repercusiones que ese abandono causó en su edad temprana.