DOMINGO, 30 DE JUNIO DE 2024 - ORDENACIÓN DIACONAL

Jesús es la resurrección y la vida. Con los milagros de la vuelta a la vida de la hija de Jairo y la curación de la hemorroisa, Jesús ilumina nuestra existencia. Nos llama a la fe y abre nuestro corazón a una profunda esperanza de vida y salvación.
LA FE LOGRA ALCANZAR UN MILAGRO
El XIII Domingo del Tiempo Ordinario, nos propone otro texto según el Evangelio de Marcos tomado del capítulo 5; se omite el relato de la liberación del endemoniado de Gerasa y se nos propone este largo relato, son dos episodios incrustados juntos, uno dentro del otro: La reanimación de una niña de doce años de edad, hija del jefe de la sinagoga de nombre Jairo que sirve de marco, mientras que en el centro se encuentra el relato de la mujer hemorroisa, es decir, una mujer que sufre de pérdida de sangre. Este tipo de enfermedad que, en la tradición hebrea, la convierte en una persona impura, no sólo sufre problemas físicos, sino que margina de la sociedad porque no puede entrar en contacto con las personas.
Lo que el evangelista pretende resaltar es el poder de Jesús, un poder que lucha contra la enfermedad y la muerte. Los dos relatos tienen como tema central la fe, la confianza en Jesús, la disponibilidad para recibir el poder de su Palabra. Este es un intento del evangelista en ejemplificar eso que jesús dijo en las parábolas. Hay una Palabra poderosa que produce frutos: manda al viento, al mar, manda a las fuerzas del mal, manda sobre la muerte y la enfermedad. Jesús tiene este poder, efectivamente realiza eso que dice. Esta mujer se convierte en un modelo para nosotros porque confió en Jesús, se dejó tocar por su misericordia tan profundamente, que se convirtió en testimonio de su amor y misericordia, para poder así ser plenamente feliz.
También nosotros debiéramos tener más fe, aquella fe que no duda ante las dificultades y pruebas de la vida, y que sabe madurar en el dolor a través de nuestra unión con Cristo, tal como nos sugiere el papa Benedicto XVI en su enciclica Spe Salvi (Salvados por la esperanza): Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolon sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un santido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito.
Hna Naudy Mogollón, SSP.
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