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Camina la Virgen pura
de Egipto para Belén
y en la mitad del camino
el Niño tenía sed.
-No pidas agua, mi vida,
no pidas agua mi bien,
que los ríos bajan turbios
y los arroyos también.
-Allá arriba, en aquel alto,
hay un viejo naranjel;
un ciego lo está guardando,
¿qué diera el ciego por ver?
-Cieguecito, cieguecito,
si una naranja me dier
para la sed de este niño
un poquito entretener.
-¡Ay Señora, mi Señora!,
tome usted las que quisier.
La Virgen, como era Virgen,
no cogía más que tres.
El Niño, como era niño,
todas las quiere coger.
Apenas se fue la Virgen,
el ciego comienzó a ver.
-¿Quién ha sido esa Señora
que me hizo tanto bien?.
- Ha sido la Virgen Pura
que va de Egipto a Belén.