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Elevemos juntos nuestra energía hacia la paz y el amor, recordando que todos somos una gran familia humana. El odio solo genera más odio, perpetuando un ciclo que nos aleja de nuestra verdadera esencia. Es fácil caer en la trampa del rencor y la división, pero el amor requiere un compromiso más profundo: entendimiento, empatía, madurez emocional y una conexión espiritual auténtica.
Las religiones, en su sentido más puro, deberían servir para *religar*, es decir, para reconectar con la dimensión sagrada de lo humano, no para separarnos ni sembrar discordia. Cuando alguien utiliza su fe como instrumento de odio o imposición, en realidad está revelando un profundo vacío de amor y una ceguera espiritual que lo mantiene atrapado en la separación.
El amor es diverso, expansivo y omnipresente; se manifiesta en todas las formas de vida y en cada ser humano, sin excepción. Aquel que es incapaz de reconocer el amor en la diferencia, se convierte en prisionero de su propio miedo y desamor. Cultivar el amor en su verdadera esencia es el mayor acto de libertad y transformación.
- Christian Ortiz