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Los ladrones no respetan ni los cementerios. Sólo en Madrid, los principales campos santos sufren un robo al día. Los crucifijos pueden costar hasta 1.000 euros, un jugoso botín. Los sindicatos denuncian que la culpa es de los recortes. En el de Carabanchel sólo dos guardias de seguridad vigilan más de 100 hectáreas.