El conde Lucanor: cuento II. Lo que sucedió a un hombre bueno con su hijo

El conde Lucanor es una obra narrativa de la literatura castellana medieval escrita entre 1331 y 1335 por Don Juan Manuel. Su título completo y original en castellano medieval es Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio.
Lectura: versión adaptada de El conde Lucanor, Clásicos adaptados, ed. Vicens Vives
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La voz de la experiencia, la del labrador, frente a la de la inexperiencia, su hijo. El viejo labrador, curtido en la vida, contrapuesto a su hijo a quien, por muy inteligente que sea, todavía le faltan vivencias con las que contrastar su natural sabiduría para así tomar o proponer la mejor solución a los asuntos y dilemas que le sobrevienen a su padre.
Bajo mi punto de vista, una de las claves para entender cómo está construido el cuento titulado Lo que sucedió a un hombre bueno con su hijo es viendo la veteranía confrontada a la inmadurez, ambas personificadas, respectivamente, en el padre y el hijo labradores. En cuanto a la actitud de ambas figuras, es posible que la mayoría de adultos tiendan a ser cautos y precavidos, mientras que, los jóvenes, en muchos casos suelen ser atrevidos e irreflexivos. Ciertamente, en el cuento, el autor sigue estos dos estereotipos.
Por un lado, el padre, que pese a ser la persona con más años a sus espaldas, es extremadamente prudente aceptando los consejos de su hijo aun saliendo perjudicado las más veces. Y por otro lado, el hijo, que con el arrojo propio de su juventud no duda en sobreponerse a la figura del padre aconsejándole en todo lo que este debe acometer. ¿Podría considerarse soberbia, el hecho de que un hijo indique a un padre lo que debe hacer? ¿Altivez?
Asimismo, también suele ser habitual que los jóvenes sean bastante influenciables, lo cual también se pone claramente de manifiesto cuando el hijo no duda en darle la razón a todas las personas con las que van cruzándose padre e hijo en su camino hacia el mercado de la ciudad. Sin duda, en este cuento el padre busca la manera perfecta para aleccionar a su hijo acerca de lo que realmente significa tener criterio propio y, por consiguiente, no dejarse llevar por la corriente.
En conclusión, la moraleja final del cuento II de El conde de Lucanor, puede destacarse diciendo que siempre que detrás de tus acciones no se esconda ninguna mala intención, puedes obrar tranquilo. Y, aunque seas criticado, debes estar seguro de ti mismo, porque hagas lo que hagas siempre habrá quien te lo eche en cara ya que, como dice el proverbio,: “nunca llueve a gusto de todos”; es decir, que lo que resulta placentero para unos puede desagradar a otros, y esto siempre comportará que te enjuicien por cualquiera decisión que tomes, o acción lleves a cabo.