Mi dolor alto, astral, se extienden motivos sin fin; mi corazón, herido por tu vastedad, busca en las galaxias lejanas su luz perdida, renace en novas distantes, en un alba celeste que nombres murmura, su esperanza, en mi Apocris Stellar. En la brevedad del cosmos, mi pena se alza como en tormenta; anhelo encontrar la chispa que dejó mi alma en tu travesía. Mi ser se quiebra en el silencio estrepitoso, y en la fría opacidad, siento cómo esa ausencia pesa más que la vida. Quisiera escarbar en el polvo estelar, con la fuerza de mil corazones, para hallar entre los escombros galácticos tu esencia perdida, de aquello que pudo ser. En el espacio, donde la nada al disiparse, mi anhelo se convierte en lucha inacabable, por resucitar lo que en mí quedó apocado. En mi Apocris Stellar se oculta esperanza de un nuevo ciclo, promesa de un pronto renacer que ilumine lo que el tiempo ha ennegrecido. En cruel firmamento, mi luz se convierte en inspiración, que guía lo perdido hacia un nuevo destino, mientras mi dolor mortal se envuelve en la eternidad.