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Una de las más íntimas maneras de procurar por los demás es compartir con ellos lo que tenemos. Y no solo los bienes susceptibles de ser comprados, sino incluso aquella parte de nosotros mismos que puede aprovechar a nuestros semejantes.
¿Por qué entonces es tan complicado que las personas se avengan a hacer el pequeño esfuerzo de donar sangre? Es importante reflexionar sobre ello utilizando el simple mecanismo de ponernos en el lugar de quien lo necesita, aunque disfrutemos de la fortuna de está del lado del que lo puede ofrecer.
Según el Banco Mundial, Argentina, Brasil y Colombia encabezan la lista de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de unidades de sangre recolectada voluntariamente en la región -es decir, sin dinero de por medio-, que, en Latinoamérica, suman 3,8 millones de unidades. Esta cantidad puede salvar casi 12 millones de vidas, tres por cada donación, según los expertos.