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EL HOMBRE QUE FUE A SU ENTIERRO: ...Al llegar al borde de la acera, no cruzó la calzada sino que torció bruscamente a la izquierda, destacándose su diminuta silueta cargada de paquetes.
De súbito, como si surgiera de la tierra, otro hombre apareció junto a «Pecarí». Éste le dio un disimulado codazo, y se separaron. Nadie pudo darse cuenta. El segundo hombre, vestido con un abrigo gris y un flexible del mismo color inclinado sobre la frente, dobló a su vez al llegar a la esquina de la calle y siguió el mismo camino que la mujer. «Pecarí», por su parte, continuó en línea recta, pero mucho más de prisa y al llegar a la esquina siguiente, tomó una calle paralela a la que había seguido el otro hombre.
«Sombrero Gris» marchaba a buen paso. Le llamó la atención una bolsa llena de víveres, abandonada a la entrada de un patio. Un pan, muy bien envuelto, había caído al suelo; pero aquel hombre no se detuvo a recogerlo. Por el contrario, casi echó a correr. Algo más allá, otra bolsa aparecía al borde de la acera, habiéndose esparcido una gran parte de su contenido. Entonces, aquel hombre emprendió una carrera, agitándose al viento su abrigo abierto, como si fuera un paracaídas. ...