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Sobre el Laberinto de Borges
De 8.700 m2 y con 7.150 plantas de buj, el más grande en América, fue diseñado por el inglés Randol Coate un diplomático y “laberintólogo” como un libro abierto al universo que contiene en sí mismo la historia del escritor.
Esta obra de arte viva, tal como sugirió Borges hubiese querido ser honrado en 1984 en Roma, cuenta con más de 2.500 metros de senderos para recorrer su oculta simbología, que se hace visible sólo a partir de la torre de 20 metros erigida para apreciarla.
El nombre del escritor, “Jorge Luis”, su apellido, “Borges”, espejado (“Hay algo de temible en esa duplicación visual de la realidad”, decía sobre los espejos Borges), el número “86” (los años que vivió Borges coinciden con el año en que falleció en Ginebra), las iniciales de María Kodama, el símbolo del infinito representado por dos relojes de arena, el bastón que en tantas caminatas lo acompañó al escritor, el marco del laberinto como un libro gigante y abierto y el signo de interrogación, símbolo de la perplejidad, de la duda, la curiosidad, componen la simbología oculta en el Laberinto de Borges.