Рет қаралды 22,898
EL MILLONARIO HUMILLÓ A LA MESERA, PERO SU RESPUESTA LO HIZO ARREPENTIRSE DE RODILLAS...
La lluvia caía con furia sobre la ciudad, formando ríos improvisados que serpenteaban por las aceras. Gustavo Montenegro, un hombre acostumbrado al lujo y a la perfección en todos los aspectos de su vida, se encontraba atrapado en una situación que detestaba: su chofer no había podido encontrar un restaurante de alta categoría cercano debido al tráfico y a la tormenta que azotaba la ciudad.
Después de recorrer varias calles sin éxito, el auto se detuvo frente a un pequeño restaurante de barrio. El lugar, con su fachada modesta y su iluminación tenue, no tenía nada que ver con los exclusivos locales que Gustavo frecuentaba. Su primera reacción fue de rechazo absoluto.
-¿Esto es lo mejor que pudiste encontrar? -bufó, mirando con desdén al chofer.
-Señor, la tormenta ha bloqueado las principales avenidas. Este es el único lugar accesible por ahora -respondió el chofer con tono respetuoso, aunque visiblemente nervioso.
Con una mueca de fastidio, Gustavo bajó del auto, apretando su abrigo para protegerse de la lluvia. Al entrar al restaurante, fue recibido por un aroma cálido a comida casera. Aunque el olor evocaba cierta familiaridad, él se enfocó en el entorno: mesas desgastadas, sillas de madera que crujían ligeramente y una clientela compuesta por familias y trabajadores locales.