El Muerto Cuento de Jorge Luis Borges por Alejandro Apo

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oeste tango

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11 жыл бұрын

#borges #jorgeluisborges #audiolibro
El muerto - Jorge Luis Borges
Que un hombre del suburbio de Buenos Aires, que un triste compadrito sin más virtud que la infatuación del coraje, se interne en los desiertos ecuestres de la frontera del Brasil y llegue a capitán de contrabandistas, parece de antemano imposible. A quienes lo entienden así, quiero contarles el destino de Benjamin Otálora, de quien acaso no perdura un recuerdo en el barrio de Balvanera y que murió en su ley, de un balazo, en los confines de Río Grande do Sul. Ignoro los detalles de su aventura; cuando me sean revelados, he de rectificar y ampliar estas páginas. Por ahora, este resumen puede ser útil.
Benjamín Otálora cuenta, hacia 1891, diecinueve años. Es un mocetón de frente mezquina, de sinceros ojos claros, de reciedumbre vasca; una puñalada feliz le ha revelado que es un hombre valiente; no lo inquieta la muerte de su contrario, tampoco la inmediata necesidad de huir de la República. El caudillo de la parroquia le da una carta para un tal Azevedo Bandeira, del Uruguay. Otálora se embarca, la travesía es tormentosa y crujiente; al otro día, vaga por las calles de Montevideo, con inconfesada y tal vez ignorada tristeza. No da con Azevedo Bandeira; hacia la medianoche, en un almacén del Paso del Molino, asiste a un altercado entre unos troperos. Un cuchillo relumbra; Otálora no sabe de qué lado está la razón, pero lo atrae el puro sabor del peligro, como a otros la baraja o la música. Para, en el entrevero, una puñalada baja que un peón le tira a un hombre de galera oscura y de poncho. Éste, después, resulta ser Azevedo Bandeira. (Otálora, al saberlo, rompe la carta, porque prefiere debérselo todo a sí mismo.) Azevedo Bandeira da, aunque fornido, la injustificable impresión de ser contrahecho; en su rostro, siempre demasiado cercano, están el judío, el negro y el indio; en su empaque, el mono y el tigre; la cicatriz que le atraviesa la cara es un adorno más, como el negro bigote cerdoso.
Proyección o error del alcohol, el altercado cesa con la misma rapidez con que se produjo. Otálora bebe con los troperos y luego los acompaña a una farra y luego a un caserón en la Ciudad Vieja, ya con el sol bien alto. En el último patio, que es de tierra, los hombres tienden su recado para dormir. Oscuramente, Otálora compara esa noche con la anterior; ahora ya pisa tierra firme, entre amigos. Lo inquieta algún remordimiento, eso sí, de no extrañar a Buenos Aires. Duerme hasta la oración, cuando lo despierta el paisano que agredió, borracho, a Bandeira. (Otálora recuerda que ese hombre ha compartido con los otros la noche de tumulto y de júbilo y que Bandeira lo sentó a su derecha y lo obligó a seguir bebiendo.) El hombre le dice que el patrón lo manda buscar. En una suerte de escritorio que da al zaguán (Otálora nunca ha visto un zaguán con puertas laterales) está esperándolo Azevedo Bandeira, con una clara y desdeñosa mujer de pelo colorado. Bandeira lo pondera, le ofrece una copa de caña, le repite que le está pareciendo un hombre animoso, le propone ir al Norte con los demás a traer una tropa. Otálora acepta; hacia la madrugada están en camino, rumbo a Tacuarembó.
Empieza entonces para Otálora una vida distinta, una vida de vastos amaneceres y de jornadas que tienen el olor del caballo. Esa vida es nueva para él, y a veces atroz, pero ya está en su sangre, porque lo mismo que los hombres de otras naciones veneran y presienten el mar, así nosotros (también el hombre que entreteje estos símbolos) ansiamos la llanura inagotable que resuena bajo los cascos. Otálora se ha criado en los barrios del carrero y del cuarteador; antes de un año se hace gaucho. Aprende a jinetear, a entropillar la hacienda, a carnear, a manejar el lazo que sujeta y las boleadoras que tumban, a resistir el sueño, las tormentas, las heladas y el sol, a arrear con el silbido y el grito. Sólo una vez, durante ese tiempo de aprendizaje, ve a Azevedo Bandeira, pero lo tiene muy presente, porque ser hombre de Bandeira es ser considerado y temido, y porque, ante cualquier hombrada, los gauchos dicen que Bandeira lo hace mejor. Alguien opina que Bandeira nació del otro lado del Cuareim, en Rio Grande do Sul; eso, que debería rebajarlo, oscuramente lo enriquece de selvas populosas, de ciénagas, de inextricable y casi infinitas distancias. Gradualmente, Otálora entiende que los negocios de Bandeira son múltiples y que el principal es el contrabando. Ser tropero es ser un sirviente; Otálora se propone ascender a contrabandista. Dos de los compañeros, una noche, cruzarán la frontera para volver con unas partidas de caña; Otálora provoca a uno de ellos, lo hiere y toma su lugar. Lo mueve la ambición y también una oscura fidelidad. Que el hombre (piensa) acabe por entender que yo valgo más que todos sus orientales juntos.....
(CONTINUA)

Пікірлер: 74
@alexwompner1558
@alexwompner1558 3 жыл бұрын
Que maestro Borges, la voz y forma de relatar imposible mejor.
@OesteTango
@OesteTango 3 жыл бұрын
Fantástico!
@RubenDarioRosso
@RubenDarioRosso 2 жыл бұрын
"El hombre que entreteje estos símbolos". Una belleza.
@OesteTango
@OesteTango 2 жыл бұрын
Belleza
@Videogaltech
@Videogaltech 6 жыл бұрын
Bandeira era mucho gallo para Otálora. Borges, un genio. La narración, excelente
@OesteTango
@OesteTango 2 жыл бұрын
Fantástica historia
@diegomf53
@diegomf53 11 жыл бұрын
es un cuento genial , y bien enterpretado por cierto , cuantas veces uno se ve y se siente tan exitoso , sin saber , tal vez , que ha iniciado una cadena de eventos que lo llevaran sin duda al final ....
@Casscapri
@Casscapri 2 жыл бұрын
Excelente cuento del genial Borges muy bellamente interpretado. ¡Muchísimas gracias! Lo disfruté mucho
@OesteTango
@OesteTango 2 жыл бұрын
Gracias por tu comentario Felicitas!
@gataescarlatagatitoskitten2608
@gataescarlatagatitoskitten2608 3 жыл бұрын
Magnifico interprete !! Un Maestro de nivel altisimo. Con el maximo respeto le doy mi mas sincera enhorabuena!!
@OesteTango
@OesteTango 3 жыл бұрын
Gracias por tu comentario!
@evaldobraz1540
@evaldobraz1540 Жыл бұрын
Muy bueno!!!
@OesteTango
@OesteTango Жыл бұрын
Gran cuento gran
@selvamartaperalta8321
@selvamartaperalta8321 Жыл бұрын
COMO TODO LO DE GEORGIE, BUENÍSIMO.
@soledaddiaz1418
@soledaddiaz1418 9 жыл бұрын
La manera de narrar hace que no pierda el hilo. Muy bueno.
@OesteTango
@OesteTango 2 жыл бұрын
Excelente!
@leonormazzei779
@leonormazzei779 3 жыл бұрын
Siempre Borges, siempre excelente narración
@OesteTango
@OesteTango 3 жыл бұрын
Una pluma precisa y universal!
@nilsanieves3457
@nilsanieves3457 11 ай бұрын
Sé que no eres el autor del cuento, pero lo lees con la pasión de haberle parido tú mismo. Muy adecuado el tono y tu voz es perfecta para este tipo de historias. 👍
@sebastiannoboa949
@sebastiannoboa949 7 жыл бұрын
Muy lindo cuento! La retórica borgiana está intacta en el todo de su belleza. La interpretación de Apo agrega vida a la carnadura del texto. Excelente!
@OesteTango
@OesteTango 2 жыл бұрын
Gracias!
@cesarbarrios9866
@cesarbarrios9866 2 жыл бұрын
Que bien leido..! Que lujo..! Gracias..!!
@OesteTango
@OesteTango 2 жыл бұрын
Alejandro Apo !!!
@lovingnathee
@lovingnathee 4 жыл бұрын
¡¡¡QUÉ GENIALIDAD BORGES!!! ❤️❤️❤️
@OesteTango
@OesteTango 3 жыл бұрын
Genio!
@mrfingers3413
@mrfingers3413 Жыл бұрын
Finura este fragmento..esto me hizo recordar una escena de una película del viejo oeste.. dónde un cazarecompensas busca a un asesino... Cuando lo encuentra no lo mata... Durante casi toda la película..lo sigue. Y sige sus pasos.. hasta esperar el momento correcto .. y el momento correcto .. es cuando se quedan a solas en una llanura.. y entonces da el tiro de gracia.... El fin justifica los medios :)
@OesteTango
@OesteTango Жыл бұрын
Es una gran historia
@lovingnathee
@lovingnathee 4 жыл бұрын
MARAVILLA!!! 👏👏👏
@OesteTango
@OesteTango 3 жыл бұрын
Genio !!
@FiccionesRock
@FiccionesRock 5 жыл бұрын
uno de los cuentos del aleph muy bien contado por Apo. buenisimo!!!
@OesteTango
@OesteTango 3 жыл бұрын
Gran broli !
@OesteTango
@OesteTango 11 жыл бұрын
Fantastico
@kiakandai282
@kiakandai282 9 жыл бұрын
Que un hombre del suburbio de Buenos Aires, que un triste compadrito sin más virtud que la infatuación del coraje, se interne en los desiertos ecuestres de la frontera del Brasil y llegue a capitán de contrabandistas, parece de antemano imposible. A quienes lo entienden así, quiero contarles el destino de Benjamin Otálora, de quien acaso no perdura un recuerdo en el barrio de Balvanera y que murió en su ley, de un balazo, en los confines de Río Grande do Sul. Ignoro los detalles de su aventura; cuando me sean revelados, he de rectificar y ampliar estas páginas. Por ahora, este resumen puede ser útil. Benjamín Otálora cuenta, hacia 1891, diecinueve años. Es un mocetón de frente mezquina, de sinceros ojos claros, de reciedumbre vasca; una puñalada feliz le ha revelado que es un hombre valiente; no lo inquieta la muerte de su contrario, tampoco la inmediata necesidad de huir de la República. El caudillo de la parroquia le da una carta para un tal Azevedo Bandeira, del Uruguay. Otálora se embarca, la travesía es tormentosa y crujiente; al otro día, vaga por las calles de Montevideo, con inconfesada y tal vez ignorada tristeza. No da con Azevedo Bandeira; hacia la medianoche, en un almacén del Paso del Molino, asiste a un altercado entre unos troperos. Un cuchillo relumbra; Otálora no sabe de qué lado está la razón, pero lo atrae el puro sabor del peligro, como a otros la baraja o la música. Para, en el entrevero, una puñalada baja que un peón le tira a un hombre de galera oscura y de poncho. Éste, después, resulta ser Azevedo Bandeira. (Otálora, al saberlo, rompe la carta, porque prefiere debérselo todo a sí mismo.) Azevedo Bandeira da, aunque fornido, la injustificable impresión de ser contrahecho; en su rostro, siempre demasiado cercano, están el judío, el negro y el indio; en su empaque, el mono y el tigre; la cicatriz que le atraviesa la cara es un adorno más, como el negro bigote cerdoso. Proyección o error del alcohol, el altercado cesa con la misma rapidez con que se produjo. Otálora bebe con los troperos y luego los acompaña a una farra y luego a un caserón en la Ciudad Vieja, ya con el sol bien alto. En el último patio, que es de tierra, los hombres tienden su recado para dormir. Oscuramente, Otálora compara esa noche con la anterior; ahora ya pisa tierra firme, entre amigos. Lo inquieta algún remordimiento, eso sí, de no extrañar a Buenos Aires. Duerme hasta la oración, cuando lo despierta el paisano que agredió, borracho, a Bandeira. (Otálora recuerda que ese hombre ha compartido con los otros la noche de tumulto y de júbilo y que Bandeira lo sentó a su derecha y lo obligó a seguir bebiendo.) El hombre le dice que el patrón lo manda buscar. En una suerte de escritorio que da al zaguán (Otálora nunca ha visto un zaguán con puertas laterales) está esperándolo Azevedo Bandeira, con una clara y desdeñosa mujer de pelo colorado. Bandeira lo pondera, le ofrece una copa de caña, le repite que le está pareciendo un hombre animoso, le propone ir al Norte con los demás a traer una tropa. Otálora acepta; hacia la madrugada están en camino, rumbo a Tacuarembó. Empieza entonces para Otálora una vida distinta, una vida de vastos amaneceres y de jornadas que tienen el olor del caballo. Esa vida es nueva para él, y a veces atroz, pero ya está en su sangre, porque lo mismo que los hombres de otras naciones veneran y presienten el mar, así nosotros (también el hombre que entreteje estos símbolos) ansiamos la llanura inagotable que resuena bajo los cascos. Otálora se ha criado en los barrios del carrero y del cuarteador; antes de un año se hace gaucho. Aprende a jinetear, a entropillar la hacienda, a carnear, a manejar el lazo que sujeta y las boleadoras que tumban, a resistir el sueño, las tormentas, las heladas y el sol, a arrear con el silbido y el grito. Sólo una vez, durante ese tiempo de aprendizaje, ve a Azevedo Bandeira, pero lo tiene muy presente, porque ser hombre de Bandeira es ser considerado y temido, y porque, ante cualquier hombrada, los gauchos dicen que Bandeira lo hace mejor. Alguien opina que Bandeira nació del otro lado del Cuareim, en Rio Grande do Sul; eso, que debería rebajarlo, oscuramente lo enriquece de selvas populosas, de ciénagas, de inextricable y casi infinitas distancias. Gradualmente, Otálora entiende que los negocios de Bandeira son múltiples y que el principal es el contrabando. Ser tropero es ser un sirviente; Otálora se propone ascender a contrabandista. Dos de los compañeros, una noche, cruzarán la frontera para volver con unas partidas de caña; Otálora provoca a uno de ellos, lo hiere y toma su lugar. Lo mueve la ambición y también una oscura fidelidad. Que el hombre (piensa) acabe por entender que yo valgo más que todos sus orientales juntos. Otro año pasa antes que Otálora regrese a Montevideo. Recorren las orillas, la ciudad (que a Otálora le parece muy grande); llegan a casa del patrón; los hombres tienden los recados en el último patio. Pasan los días y Otálora no ha visto a Bandeira. Dicen, con temor, que está enfermo; un moreno suele subir a su dormitorio con la caldera y con el mate. Una tarde, le encomiendan a Otálora esa tarea. Éste se siente vagamente humillado, pero satisfecho también. El dormitorio es desmantelado y oscuro. Hay un balcón que mira al poniente, hay una larga mesa con un resplandeciente desorden de taleros, de arreadores, de cintos, de armas de fuego y de armas blancas, hay un remoto espejo que tiene la luna empañada. Bandeira yace boca arriba; sueña y se queja; una vehemencia de sol último lo define. El vasto lecho blanco parece disminuirlo y oscurecerlo; Otálora nota las canas, la fatiga, la flojedad, las grietas de los años. Lo subleva que los esté mandando ese viejo. Piensa que un golpe bastaría para dar cuenta de él. En eso, ve en el espejo que alguien ha entrado. Es la mujer de pelo rojo; está a medio vestir y descalza y lo observa con fría curiosidad. Bandeira se incorpora; mientras habla de cosas de la campaña y despacha mate tras mate, sus dedos juegan con las trenzas de la mujer. Al fin, le da licencia a Otálora para irse. Días después, les llega la orden de ir al Norte. Arriban a una estancia perdida, que está como en cualquier lugar de la interminable llanura. Ni árboles ni un arroyo la alegran, el primer sol y el último la golpean. Hay corrales de piedra para la hacienda, que es guampuda y menesterosa. El Suspiro se llama ese pobre establecimiento. Otálora oye en rueda de peones que Bandeira no tardará en llegar de Montevideo. Pregunta por qué; alguien aclara que hay un forastero agauchado que está queriendo mandar demasiado. Otálora comprende que es una broma, pero le halaga que esa broma ya sea posible. Averigua, después, que Bandeira se ha enemistado con uno de los jefes políticos y que éste le ha retirado su apoyo. Le gusta esa noticia. Llegan cajones de armas largas; llegan una jarra y una palangana de plata para el aposento de la mujer; llegan cortinas de intrincado damasco; llega de las cuchillas, una mañana, un jinete sombrío, de barba cerrada y de poncho. Se llama Ulpiano Suárez y es el capanga o guardaespaldas de Azevedo Bandeira. Habla muy poco y de una manera abrasilerada. Otálora no sabe si atribuir su reserva a hostilidad, a desdén o a mera barbarie. Sabe, eso sí, que para el plan que está maquinando tiene que ganar su amistad. Entra después en el destino de Benjamín Otálora un colorado cabos negros que trae del sur Azevedo Bandeira y que luce apero chapeado y carona con bordes de piel de tigre. Ese caballo liberal es un símbolo de la autoridad del patrón y por eso lo codicia el muchacho, que llega también a desear, con deseo rencoroso, a la mujer de pelo resplandeciente. La mujer, el apero y el colorado son atributos o adjetivos de un hombre que él aspira a destruir. Aquí la historia se complica y se ahonda. Azevedo Bandeira es diestro en el arte de la intimidación progresiva, en la satánica maniobra de humillar al interlocutor gradualmente, combinando veras y burlas; Otálora resuelve aplicar ese método ambiguo a la dura tarea que se propone. Resuelve suplantar, lentamente, a Azevedo Bandeira. Logra, en jornadas de peligro común, la amistad de Suárez. Le confía su plan; Suárez le promete su ayuda. Muchas cosas van aconteciendo después, de las que sé unas pocas. Otálora no obedece a Bandeira; da en olvidar, en corregir, en invertir sus órdenes. El universo parece conspirar con él y apresura los hechos. Un mediodía, ocurre en campos de Tacuarembó un tiroteo con gente riograndense; Otálora usurpa el lugar de Bandeira y manda a los orientales. Le atraviesa el hombro una bala, pero esa tarde Otálora regresa al Suspiro en el colorado del jefe y es (...)
@estrellamonserratchavez9203
@estrellamonserratchavez9203 4 жыл бұрын
NO CREO QUE HAYAS ESCRITO TODO ESTO
@luciabenitez4163
@luciabenitez4163 2 жыл бұрын
Gracias MUCHAS GRACIAS flaco 🙏🏻🙏🏻🙏🏻🙏🏻🙏🏻🙏🏻🙏🏻
@OesteTango
@OesteTango 2 жыл бұрын
Gracias!
@ringo6800
@ringo6800 9 жыл бұрын
Borges, lo más!!!
@OesteTango
@OesteTango 2 жыл бұрын
Un grande de la cultura argentina!
@queenpatricia5701
@queenpatricia5701 8 жыл бұрын
Gracias. Luis Mendoza, que lindo!
@OesteTango
@OesteTango 2 жыл бұрын
Gracias por tu comentario!
@espiasrock8424
@espiasrock8424 5 жыл бұрын
Inmortal, inmortal...
@OesteTango
@OesteTango 3 жыл бұрын
Uno de nuestros inmortales !!!!
@fjames208
@fjames208 2 жыл бұрын
👌👍👏💪Benjamin Otálora 1891..y se murió x un tiro...se fue🦧🤔🙃🙈
@OesteTango
@OesteTango 2 жыл бұрын
Parece...
@addperez4198
@addperez4198 6 жыл бұрын
como es que un hombre como borges, un hombre que no conoció lo que son las borracheras ni los contrabandos ni los pleitos, pudo escribir un cuento de esta índole ?
@melvinquinotarco6438
@melvinquinotarco6438 4 жыл бұрын
La lectura te hace conocer desde situaciones, ciudades y hasta sentimientos. Saludos.
@OesteTango
@OesteTango 2 жыл бұрын
Lectura e imaginación
@eporze
@eporze 7 жыл бұрын
Jorge L. Borges !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!.-
@OesteTango
@OesteTango 2 жыл бұрын
Yes!
@rufymd
@rufymd 11 жыл бұрын
hicieron buen film con este cuento. A mi me gusto
@marianolena6153
@marianolena6153 7 жыл бұрын
Borges lo odió
@nahuelastor9320
@nahuelastor9320 6 жыл бұрын
jajaja
@OesteTango
@OesteTango 2 жыл бұрын
Es una gran historia
@benjaminotalora9305
@benjaminotalora9305 4 жыл бұрын
Las cosas nunca fueron asi. Quizás nunca fueron de otra manera tampoco
@OesteTango
@OesteTango 3 жыл бұрын
Relativismo puro
@cidcampeador1952
@cidcampeador1952 8 жыл бұрын
GRACIAS POR COMPARTIR ESTE VIDEO , HACE MUCHOS AÑOS VI UNA PELICULA " EL MUERTO" UNA VERSION DE ESTE CUENTO , NO LA PUEDO ENCONTRAR , FAVOR SI ALGUIEN TIENE INFORMACION , PASAR LA VOZ .
@JuanHerrera-kt8mg
@JuanHerrera-kt8mg 6 жыл бұрын
cidcampeador1952 fíjate en cinear
@OesteTango
@OesteTango 2 жыл бұрын
Cine.ar o youtube. Saludos cordiales!
@OesteTango
@OesteTango 2 жыл бұрын
Si
@leogyh4031
@leogyh4031 3 жыл бұрын
Una pregunta alguien sabe cómo se llama el cuento de Borges que habla de unos cuchillos que se vuelven a cruzar en un duelo con diferentes personas?
@OesteTango
@OesteTango 3 жыл бұрын
Sera EL FIN?
@kiakandai282
@kiakandai282 9 жыл бұрын
( segunda parte): . Le atraviesa el hombro una bala, pero esa tarde Otálora regresa al Suspiro en el colorado del jefe y esa tarde unas gotas de su sangre manchan la piel de tigre y esa noche duerme con la mujer de pelo reluciente. Otras versiones cambian el orden de estos hechos y niegan que hayan ocurrido en un solo día. Bandeira, sin embargo, siempre es nominalmente el jefe. Da órdenes que no se ejecutan; Benjamín Otálora no lo toca, por una mezcla de rutina y de lástima. La última escena de la historia corresponde a la agitación de la última noche de 1894. Esa noche, los hombres del Suspiro comen cordero recién carneado y beben un alcohol pendenciero. Alguien infinitamente rasguea una trabajosa milonga. En la cabecera de la mesa, Otálora, borracho, erige exultación sobre exultación, júbilo sobre júbilo; esa torre de vértigo es un símbolo de su irresistible destino. Bandeira, taciturno entre los que gritan, deja que fluya clamorosa la noche. Cuando las doce campanadas resuenan, se levanta como quien recuerda una obligación. Se levanta y golpea con suavidad a la puerta de la mujer. Ésta le abre en seguida, como si esperara el llamado. Sale a medio vestir y descalza. Con una voz que se afemina y se arrastra, el jefe le ordena: -Ya que vos y el porteño se quieren tanto, ahora mismo le vas a dar un beso a vista de todos. Agrega una circunstancia brutal. La mujer quiere resistir, pero dos hombres la han tomado del brazo y la echan sobre Otálora. Arrasada en lágrimas, le besa la cara y el pecho. Ulpiano Suárez ha empuñado el revólver. Otálora comprende, antes de morir, que desde el principio lo han traicionado, que ha sido condenado a muerte, que le han permitido el amor, el mando y el triunfo, porque ya lo daban por muerto, porque para Bandeira ya estaba muerto. Suárez, casi con desdén, hace fuego.
@OesteTango
@OesteTango 2 жыл бұрын
Gracias por tu comentario!
@facundopaz5346
@facundopaz5346 3 жыл бұрын
Lo pusieron en su lugar a Otálora
@OesteTango
@OesteTango 3 жыл бұрын
Asi parece....
@34566samuel
@34566samuel 7 жыл бұрын
El cuento es muy bueno , pero Apo como siempre , sobreactua y le pone un énfasis innecesario
@OesteTango
@OesteTango 2 жыл бұрын
Cuestión de gustos será. Gracias por tu comentario. i
@emmanuelsol4223
@emmanuelsol4223 2 жыл бұрын
@@OesteTango La verdad es qué narras muy bien. Así haces que no se torne aburrido.
@Ani9282
@Ani9282 8 жыл бұрын
Que mala narración...
@OesteTango
@OesteTango 2 жыл бұрын
Gracias por tu opinión
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