Dora Enguix, miembro del Taller de Declamación de Amigos de la Nau Gran, declama este dramático poema.
Пікірлер: 20
@mamhernandez1721 Жыл бұрын
Que bellos recuerdos de mi adolesencia esta poesia me da mucha nostalgia gracias por estos recuerdos
@martinbc2468 Жыл бұрын
Recuerdos de la radio de mi infancia
@almitaherrera Жыл бұрын
Que precioso mensaje! Me llega al corazón... gracias 🥀
@martinanguiano2 жыл бұрын
Quiero decir gracias 🙏 por esta forma tan exquisita manera de recitar esta hermosa poesía..!!
@gloriasalas2237 Жыл бұрын
De adolescente la leí tantas veces que de memoria la sabía, me ponía muy triste. Ahora soy anciana, luego de tantísimos años sin leerla, la he recordado al escucharla, e igual me ha causado tristeza. Hermosisimo poema .
@mariadoloreslax6902 жыл бұрын
Muy triste pero bello.Gracias.😪
@rosaevafloresheredia1019 Жыл бұрын
Me encantó escuchar ése Hermoso poema , que muchas veces declame en mi juventud y trajo a mi mente bellos recuerdos.
@JackyBlue2024 Жыл бұрын
Este poema es hermoso 🥰
@marianagomez6116 Жыл бұрын
Que bello
@juandiegobustamante78182 жыл бұрын
Precioso, muchas gracias!!!
@omaidaandrade6017 Жыл бұрын
Gracias es hermosa y su voz también
@maangelesllavadorenguix27183 жыл бұрын
Emociona escuchar como se recita esta poesia!👏👏
@Claradeluna333 Жыл бұрын
Me encanta la voz y el ritmo. Este tipo de poesía es preciosa. Subid más videos
@deliahernandez6108 Жыл бұрын
Si me gusta mucho las poesías en especial este del seminarista de los ojos negros y el brindis del bohemio y algunas más gracias amor de mi alma te amo por siempre ❤️
@rosariogarcia374 Жыл бұрын
Recordé el tiempo en que me gustaba reclamar.
@talisheart7019 Жыл бұрын
Reclamar ?
@mercedesramosborrego5115 Жыл бұрын
ROSARIO, SE CONFUNDIÓ: DECLAMAR.
@danielamoran3397 Жыл бұрын
Desde la ventana de un casucho viejo 1 abierta en verano, cerrada en invierno 2 por vidrios verdosos y plomos espesos, 3 una salmantina de rubio cabello 4 y ojos que parecen pedazos de cielo, 5 mientras la costura mezcla con el rezo, 6 ve todas las tardes pasar en silencio 7 los seminaristas que van de paseo. 8 Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo, 9 marchan en dos filas pausados y austeros, 10 sin más nota alegre sobre el traje negro, 11 que la beca roja que ciñe su cuello 12 y que por la espalda casi roza el suelo. 13 II Un seminarista, entre todos ellos, 14 marcha siempre erguido, con aire resuelto. 15 La negra sotana dibuja su cuerpo, 16 gallardo y airoso, flexible y esbelto. 17 El, sólo a hurtadillas y con el recelo 18 de que sus miradas observen los clérigos, 19 desde que en la calle vislumbra a lo lejos 20 a la salmantina de rubio cabello, 21 la mira muy fijo, con mirar intenso. 22 Y siempre que pasa le deja el recuerdo 23 de aquella mirada de sus ojos negros. 24 III Monótono y tardo va pasando el tiempo 25 y muere el estío y el otoño luego, 26 y vienen las tardes plomizas de invierno. 27 Desde la ventana del casucho viejo 28 siempre sola y triste, rezando y cosiendo, 29 una salmantina de rubio cabello 30 ve todas las tardes pasar en silencio 31 los seminaristas que van de paseo. 32 Pero no ve a todos; solo ve a uno de ellos, 33 su seminarista de los ojos negros. 34 IV Cada vez que pasa gallardo y esbelto, 35 observa la niña que pide aquel cuerpo 36 en vez de sotana, marciales arreos. 37 Cuando en ella fija sus ojos abiertos 38 con vivas y audaces miradas de fuego, 39 parece decirla: ¡Te quiero! ¡te quiero! 40 ¡yo no puedo ser cura! ¡yo no puedo serlo! 41 ¡si yo no soy tuyo me muero, me muero! 42 A la niña entonces se le oprime el pecho, 43 la labor suspende, y olvida los rezos, 44 y ya vive sólo en su pensamiento 45 el seminarista de los ojos negros. 46 V En una lluviosa mañana de invierno 47 la niña que alegre saltaba del lecho, 48 oyó tristes cánticos y fúnebres rezos; 49 por la angosta calle pasaba un entierro. 50 Un seminarista sin duda era el muerto 51 pues, cuatro llevaban en hombros el féretro 52 con la beca roja por cima cubierto, 53 y sobre la beca el bonete negro. 54 Con sus voces roncas cantaban los clérigos, 55 los seminaristas iban en silencio, 56 siempre en las dos filas hacia el cementerio 57 como por las tardes al ir de paseo. 58 La niña angustiada miraba el cortejo; 59 los conoce a todos a fuerza de verlos... 60 Tan solo, tan solo faltaba entre ellos, 61 el seminarista de los ojos negros. VI Corrieron los años, pasó mucho tiempo... Y allá en la ventana del casucho viejo, una pobre anciana de blancos cabellos, con la tez rugosa y encorvado el cuerpo, mientras la costura mezcla con el rezo, ve todas las tardes pasar en silencio los seminaristas que van de paseo. La labor suspende, los mira, y al verlos, sus ojos azules ya tristes y muertos vierten silenciosas lágrimas de hielo. Sola, vieja y triste aún guarda el recuerdo del seminarista de los ojos negros.