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Siempre que el actor Roberto Enríquez (Fabero, León, 1968) está rodando en un sitio de costa pide quedarse en algún alojamiento cerca del mar, haga frío o calor, abre la ventana y se adormece con el sonido de las olas. Tiene todas, confiesa, las relaciones que pueden tenerse con el agua. También el miedo, cuando avanzas un poco más y "ves toda esa negritud de lo desconocido". Viaja en esta conversación con Mara Torres por algunos escenarios de su vida pero se emociona especialmente cuando, al principio de este encuentro, suena 'El abuelo Vítor', el mítico tema de Víctor Manuel que homenajea al oficio minero. "Mi familia es minera. Estaba incrustado en nuestra historia", explica.
Recuerda también el sonido de la máquina de coser de su madre y cómo, criado en un barrio vallisoletano que "era una fábrica de sueños hecha de gentes valientes que vencieron el miedo. Era un barrio de gente que venía de los pueblos para buscar un futuro mejor como mi familia". Allí encontró en el teatro el sentido de su adolescencia. Desde es momento hasta hoy no lo dejó nunca. Relata cómo llegó a Madrid, tras haber estudiado aquí, con la oportunidad de formar parte del elenco de 'Hamlet' en una adaptación para el Teatro María Guerrero de Madrid con algunos de los mejores actores y actrices del panorama interpretativo español. Aquella experiencia lo puso en el disparadero. "Fue un golpe de suerte definitivo en mi carrera", explica.
Dedica este paseo por El Faro a sus padres, sus primeros faros, y a sus hijos, los siguientes hasta hoy. Termina esta conversación bailando 'Dover' con todos ellos reunidos en la costa, llegando a tierra.