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El Mundial de Australia y Nueva Zelanda 2023 está sirviendo para muchas cosas. La primera de ellas, para ser por fin conscientes de la calidad de nuestra selección española de fútbol, somos una potencia mundial y como mínimo seremos consideradas a partir del domingo el segundo mejor equipo nacional del globo. Otra, es que en el futuro seremos conscientes de la repercusión y del legado que dejan las nuestras en los más pequeños, que no tendrán que centrar sus miradas y sus sueños solamente en el fútbol masculino, sino que tendrán a nuevas referentes gracias a la consolidación de una idea y el triunfo de la constancia en este deporte.