TESTIMONIO DE GRATITUD. El Maestro Enrique Buenaventura y todos los integrantes del TEC marcaron una época, sin proponérselo hicieron de ese entrañable lugar más que un escenario, fue un espacio extraño, allí se mezclaba la irreverencia del ladrillo que junto a las hojas de aquel árbol rebotaban las palabras y los ecos de las tablas y el murmullo de jóvenes de todas las clases sociales, trabajadores de los más distintos sectores y estudiantes que allí acudíamos, fuimos seres anónimos, extraviados en los más variados laberintos, todos ávidos de magia, arte, gozo estético, conocimiento. Hoy, 45 años después, los recuerdo, entre nostálgico y agradecido por ayudarme a crecer. Sin proponérselo, ustedes hacen parte de mi pequeña historia, con las pequeñas dosis del inconmensurable arte que disfrutaba aquellos sábados, de los que era posible asistir, dejaron huellas imborrables en mi Ser, mientras los avatares y la dureza de la vida iba dejando cicatrices. Gracias.