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Dios coopera con quien se esfuerza en hacer su voluntad, él nos apoya en nuestros propósitos, no es que no vivamos nuestra vida, es nuestra vida unida a su voluntad, que no nos quita nuestra esencia, nuestra identidad, no nos quita lo que queremos. Es más convierte a lo que queremos en lo que necesitamos y por lo que trabajaremos gustosamente. Quien ama a Dios hace su voluntad con agrado, no sentimos que se nos impone, sentimos que es lo que nos conviene y por fe en ello obedecemos.