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Si no se produce un cambio radical en la actual tendencia, la Unión Europea va camino de su hundimiento.
Ante el imparable avance de sus principales competidores económicos y geopolíticos, que progresan a una velocidad inusitada, los países europeos se van quedando cada vez más rezagados, atrapados por sus propias normas limitadoras y una burocracia ralentizadora, cuando no paralizante.
Ahora, con la nueva Administración Trump, este declive se puede tornar aún mucho más notable.
A ello se une una disección intestina dentro del seno de la Unión Europea, en la que los países demuestran permanentemente su heterogeneidad, dando la impresión de ser una verdadera torre de Babel en la que parece imposible llegar a acuerdos con la rapidez que exige el actual contexto internacional.
Con el problema añadido de una evidente falta de liderazgo, al carecer de verdaderos estadistas con visión estratégica de futuro.
De no tomarse las medidas adecuadas, podría llegar a significar en breve el final de la Unión Europea tal y como la conocemos. Por el momento, se hace evidente su creciente pérdida de influencia en el mundo.
El momento de reafirmarse como potente entidad política, e incluso militar, sería ahora. Pero se duda mucho de que se reaccione tal y como sería preciso.
Lo desgrana con todo detalle, José Ramón Ferrandis, reconocido analista internacional.