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El abandonado colegio Izarra fue uno de los internados mas prestigiosos de España, poco despues de la guerra civil española el solar pasó a manos de los jesuitas. Y ahí empieza un nuevo capítulo. La orden religiosa utilizó este espacio para las actividades de la comunidad, hasta que en 1967 levantaron un colegio de ensueño en el que vivieron internos sus privilegiados estudiantes. Pronto se hizo cargo de su gestión el grupo Rumasa, propiedad de la familia Ruiz-Mateos. En 1983 el gobierno de Felipe González destapó una caja B y un agujero millonario y aprobó un decreto ley por el que se expropiaba al ‘holding’. Fue el primer escándalo financiero de la democracia. Entre las 400 empresas del imperio dirigido por el empresario José María Ruiz-Mateos se encontraba el flamante colegio Izarra.
Fue uno de esos colegios predilectos de las clases pudientes. El método de enseñanza alternativa Montessori tomó las riendas de su gestión hasta su definitiva quiebra económica en la segunda mitad de los años 90. Durante esta etapa, se rebautizó como ‘Izarra International College’, integrándose en el sistema educativo inglés. El proyecto no funcionó. Antes de los incendios que calcinaron sus instalaciones -primero en 2011 y luego en 2014-, aún se podían intuir los lujosos restos de un lugar que atrajo a la élite política y económica del país.
En el centro, dividido en varios edificios, se realizaban las distintas etapas educativas antes del salto a la universidad. Había de todo: dos piscinas cubiertas, una sala de cine, gimnasio, montaron establos y un picadero para adiestrar y trabajar caballos, bibliotecas, zonas deportivas, una residencia en la que dormían los estudiantes…
En un sorprendente giro de guion, el Deportivo Alavés compró primero los terrenos con idea de explotarlos en un futuro como centro de alto rendimiento. Tras una mala racha deportiva y económica, los planes no prosperaron y se vieron abocados a ceder los terrenos a la Diputación, actual titular de las instalaciones. Desde 2011 la institución foral abona un canon anual de más de 200.000 euros a la entidad deportiva sin que se le dé un uso.
El 14 de enero de ese mismo año un incendio afectó a uno de los pabellones y la zona infantil. En la madrugada del 29 de junio de 2014 hubo un segundo incendio, más aparatoso y dañino. El fuego arrasó el pabellón principal, que quedó convertido en cenizas en unas horas. El complejo escolar se despedía así de la estructura donde estaban las aulas y el próspero colegio Izarra quedaba prácticamente irreconocible.
El antiguo internado ha entrado en un largo ‘standby’ al que no se le vislumbra una solución. Mientras la zona está en ruinas, destartalada, sucia y abandonada, no ha salido ningún proyecto adelante. La última iniciativa que dio a conocer la diputada Irma Basterra data del pasado mes de abril y entonces se barajó la opción de levantar una planta de energía fotovoltaica. Álava Agencia de Desarrollo (AAD), la sociedad promovida por la Diputación Foral para facilitar la disponibilidad de suelo e infraestructuras industriales y logísticas, está analizando la posibilidad instalar placas de energías renovables, una solicitud que sigue en curso.
Ha habido otras muchas propuestas. Lamentablemente, ninguna de ellas ha resultado suficientemente atractiva o se ha encontrado con pegas por parte de distintos grupos políticos. Sobre las ruinas del colegio Izarra se han ideado una infinidad de iniciativas, todas rechazadas: una hípica, un campo de tiro y otro de ‘airsoft’, un camping, un campamento de ‘boys scout’, un centro de formación policial de la Academia de Arkaute.