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El golpe en Bolivia terminó siendo un show de baja factura para ayudar a Evo Morales y su secuaz Luis Arce a levantar su maltrecha imagen. Es evidente que los mandos militares que actuaron no tenían ninguna posibilidad de triunfar y que todo respondió a una operación de contrainteligencia que permitiera mostrar al régimen chavista boliviano como triunfante ante una "arremetida de la derecha golpista". Las pruebas saltan a la vista de los buenos observadores.